El Jubileo del año 2000 (también llamado Gran Jubileo) fue un acontecimiento en la Iglesia católica que tuvo lugar entre la Nochebuena (24 de diciembre) de 1999 y la Epifanía (6 de enero) de 2001. Al igual que otros años jubilares anteriores, fue una celebración por la misericordia de Dios y el perdón de los pecados. La principal innovación de este Jubileo fue la adición de muchos "jubileos particulares", celebrados simultáneamente en Roma, Israel y otras partes del mundo.

Preparaciones

Los preparativos para el Gran Jubileo fue tarea del Papa Juan Pablo II, quien el 10 de noviembre de 1994 publicó su carta apostólica Tertio Millennio Adveniente. En ella se invitó a la Iglesia a comenzar un período de tres años de intensiva preparación para la celebración del fin del segundo milenio cristiano, donde 1997 estaría marcado por la exploración de la figura de Cristo, 1998 por la meditación de la persona del Espíritu Santo, y 1999 por la meditación en la figura de Dios Padre.

La convocación formal al Jubileo vino a través de la bula papal Incarnationis Mysterium del 29 de noviembre de 1998. En ésta se expresó el deseo que poseía el Papa de celebrar el Año santo desde que inició su pontificado en 1978. Explicó que el Jubileo debió proporcionar la oportunidad de abrir nuevos horizontes por medio de la oración y también, como un momento de arrepentimiento y perdón. Más allá de ello, expresó el sentido ecuménico del evento, más allá de los mismos católicos, para todos los cristianos y el mundo entero.

Las iglesias y catedrales de Roma tomaron ventaja de la celebración, siendo restauradas varias de ellas. La fachada de la Basílica de San Pedro se mantuvo en reparaciones por varios meses, y la Santa Sede realizó un plan de construcción de estacionamientos bajo el Janículo, pensando en los numerosos buses que llegarían a las celebraciones. Fruto de las construcciones se encontraron, en gran cantidad, mosaicos de la época imperial.

Indulgencia jubilar

Con la bula Incarnationis Mysterium se adjuntó un documento de la Penitenciaría Apostólica, en el que se indicaba las condiciones para recibir la indulgencia jubilar. En muchos aspectos, las normas se simplificaron respectos a años anteriores: las condiciones de confesión, comunión, oración por el Papa y renuncia al pecado se mantuvieron, pero a diferencia de otros años santos, fue necesario solo visitar una iglesia un día.

La indulgencia podía ser obtenida en Roma, visitando una de las cuatro basílicas mayores (San Pedro, San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros o Sta. María la Mayor), entrando por las Puertas Santas; o también yendo al Santuario de Nuestra Señora del Divino Amor, la Basílica de San Lorenzo Extramuros o algunas de las catacumbas cristianas de Roma. En la visita, se debía participar de una celebración religiosa o estar media hora en la adoración eucarística.

La indulgencia también podía ser obtenida en Israel, visitando la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén, la Basílica de la Natividad en Belén o la Iglesia de la Anunciación en Nazaret.

Así también, el Jubileo se extendió a todas las diócesis del mundo. Visitar cualquier catedral o santuario designado por el obispado aseguraba lo suficiente para ganar la indulgencia. Los monjes y monjas de clausura la podían obtener en sus capillas conventuales.

Finalmente, la indulgencia podía ser obtenida mediante un sacrificio personal u obras de caridad, especialmente las mencionadas en el documento, tales como dejar el alcohol o el tabaco por al menos un día, o realizando una donación para ayudar a los pobres.

Clausura

El Gran Jubileo fue concluido el 6 de enero de 2001 con la Misa de Epifanía. La noche previa, se tenía pensado que la Basílica de San Pedro fuera cerrada para las 6 de la tarde, pero el templo se mantuvo abierto hasta que el último peregrino pasara por la Puerta Santa, lo que ocurrió cerca de las 2.20 de la madrugada.

Luego de cerrar solemnemente la Puerta Santa, el Papa celebró la Misa en la Plaza de San Pedro, con una congregación de más de 10.000 personas. Para la ocasión, el Papa firmó su carta apostólica Novo Millennio Ineunte, donde expresaba sus prioridades para el nuevo milenio.