◄ Detalle del escudo de armas de Francisco José de Emparan, altar-tabernáculo del Santísimo Cristo de La Laguna, des clavado durante el proces o de res tauración.
En la parte superior central del altar-tabernáculo1 del Cristo de La Laguna, en medio de la orla, ubicado sobre el emblema de la esclavitud de esta imagen, y debajo de una concha o bandeja, se encuentra un escudo oval timbrado por una corona. Fue Carlos Rodríguez quien reparó en su existencia, que había pasado inadvertida hasta ese momento2, lo que resulta comprensible dado su pequeño tamaño, la altura a la que está, y la dificultad que siempre plantea distinguir los detalles de la labra de la plata a cierta distancia.
El lugar privilegiado que ocupa este escudo permitiría suponer una relación destacada entre su propietario y la hechura de esta obra de plata, pero, como asimismo destaca Carlos Rodríguez, no figura en las cuentas que documentan su realización el que fuese costeada por un particular.
Tampoco deben causar extrañeza las dudas a la hora de identificar al propietario del escudo de armas, pues a las dificultades inherentes a los estudios heráldicos se suma el hecho de que su titular no era natural de Canarias, sino de Guipúzcoa, pues se trata del de la casa Martínez de Emparan de Azpeitia3. Su titular fue don Francisco José de Emparan y Azcue, gobernador y comandante general de Canarias y presidente de su Real Audiencia entre 1735 y 1740.
Nació nuestro personaje el 22 de septiembre de 1676 en Azpeitia (Guipúzcoa), siendo hijo legítimo de don Francisco Ignacio de Emparan y Sorarrain y de doña Catalina de Ascue. Fue el xiii señor de la casa de Emparan de Azpeitia, en lo antiguo, Martínez de Emparan, una de las más ilustres y antiguas de Guipúzcoa y presentó pruebas de nobleza para ser recibido como caballero de la Orden de Santiago en 1701.
Durante su vida ejerció diversos cargos públicos como el de alcalde y juez en Azpeitia, el de alcalde en 1726 en Ermua y el de diputado en 1711 en Fuenterrabía. Pero fue en el campo militar, donde más sobresalió. Durante la guerra entre España y Francia de 1719 el rey Felipe v, con el despacho de brigadier, le encomendó la defensa de Fuenterrabía que, atacada por las armas francesas, tuvo que rendirse después de una valerosa defensa que enalteció el nombre de Emparan.
Años más tarde, en 1734 fue ascendido a teniente general, y un año después, con cincuenta y ocho años, fue nombrado para el cargo de gobernador comandante general de Canarias, y presidente de su real audiencia. Arribó a Santa Cruz de Tenerife el 5 de junio de 1735 junto con parte de su familia: su mujer, las hijas menores y su hermano don Antonio. Paralítico, falleció en Santa Cruz el 22 de diciembre de 1740 y fue sepultado en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Concepción sobre el presbiterio, al lado de la Epístola4.
La relación de Emparan con la Esclavitud del Cristo de La Laguna fue estrecha y originada, a lo que sabemos, por su cargo, pues a pocos meses de su llegada a la isla se lo recibió por esclavo protector, como se refleja en el acta de la Esclavitud fechada el 13 de septiembre de 1735. Al año siguiente, el 8 de abril de 1736, la Esclavitud se reunió de forma extraordinaria con la intención de encargarle a su nuevo esclavo protector hacer la fiesta en el segundo año de su recibimiento como tal. Emparan aceptó el ofrecimiento, y en la siguiente junta, ya de carácter ordinario, celebrada el 13 de septiembre de 1736, se lo eligió como esclavo mayor para el siguiente período anual. Y en septiembre de 1737 se le agradeció públicamente los servicios prestados como protector5.
No nos constan cuales fueron los servicios prestados por Emparan durante su año de mandato como esclavo mayor. De lo que sí tenemos noticia es de una lujosa pieza de plata que donó al Cristo de La Laguna, engrosando así un poco más su tesoro de piezas argentíferas. Así consta en las cuentas que abarcan desde el 13 de septiembre de 1740 hasta el 13 de septiembre de 1741 que Emparan costeó un banco de plata para el Santísimo Cristo6.
En las anotaciones de los aumentos correspondientes al año 1739 se habla de esta pieza, aclarando cuál era su función: «Hízose un vanco de plata en que descansa la peana del Santísimo Christo, nuestro amo»7. A la vista de lo expuesto, no se deduce en primera instancia la razón de la presencia de su escudo en la orla del altar-tabernáculo. Disponemos de algunas pistas que nos permiten hacer un poco de luz en este punto aparentemente tan obscuro. La primera nos la proporciona Carlos Rodríguez al llamar la atención sobre el hecho de que, a pesar de haberse concluido el altar-tabernáculo en 1733, se interviniese poco después esta estructura en dos ocasiones: la primera entre 1749 y 1750, y nuevamente entre 1759 y 1763.
La segunda pista se encuentra en el análisis estilístico del escudo en sí mismo y su comparación con el entorno en el que se halla colocado. Al examinar la orla del altar-tabernáculo se comprueba que está compuesta por una cierta cantidad de láminas de plata repujada asentadas sobre alma de madera, siendo de diferentes facturas. La pieza correspondiente a este escudo es la que presenta la labra más fina y detallada, destacando de las circundantes.
En su diseño se observa el horror vacui, o sea, el intento de rellenar toda la superficie disponible, evitando los espacios vacíos, lo que por sí sólo la diferenciaría de las piezas circundantes, como son la concha, el emblema de la Esclavitud, y la foresta que compone la mayor parte de la orla, en las cuales las áreas desprovistas de detalles contribuyen a la articulación de la ornamentación. A ello debemos sumar las divergencias en las formas de las decoraciones vegetales, que no hacen sino acrecentar las disimilitudes.
Lo que también llama poderosamente nuestra atención es la estilización de los dos leones rampantes y la tipología de las dos torres, que se representan como cubiertas, ambas aparentemente ajenas a las tipologías comunes en la platería canaria. Sin embargo, el dominio del dibujo, la calidez y finura de la labra, y el horror vacui, incluso en los espacios aparentemente carentes de ornamentación, nos asemejan este escudo a la puerta del sagrario de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, documentada en unas cuentas presentadas en 1745, aunque no se conozca el nombre del artífice8.
Todo esto nos lleva a suponer que este escudo con las armas del comandante general Emparan correspondió originariamente al banco de plata documentado en 1741, reciclado posteriormente y reutilizada su plata en otras obras para el culto de la imagen, pasando esta pequeña pieza, como trabajo de la mejor labra y de gran simbolismo por ser el regalo de un esclavo-protector, a ubicarse en un lugar de preeminencia dentro del altar-tabernáculo.
Esto se entiende mejor si atendemos al hecho, verificable en la documentación conservada, de que las piezas de plata del Cristo de La Laguna eran renovadas con cierta frecuencia, y su plata reutilizada, ya fuese fundiéndola o reaprovechando las láminas repujadas que eran clavadas en otras estructuras para dar lugar a nuevas piezas. De esto último tenemos constancia para el caso de la orla en la que se encuentra el escudo, lo que creemos da cierta solidez a nuestra hipótesis. Así, en las cuentas que abarcan desde el 13 de septiembre de 1760 hasta el 13 de septiembre de 1761 se descargó: “Labraronse cuatrocientas y treinta onzas de plata en los carterones de la orla del nicho, hasta sobre el sagrario, en esta forma: doscientas y sesenta onzas que están clavadas en dichos carterones, y ciento y setenta onzas que salieron de recortes (...) Adviertese que las doscientas y sesenta onzas de plata que están de nuevo en la orla son de las mismas que tenían los carterones antiguos”9.
Y en otras cuentas de la cofradía, que comprenden desde el 13 de septiembre de 1762 hasta el 13 de septiembre de 1763, se hizo un descargo de la misma índole10.Estas citas nos muestran cómo se reutilizaban láminas de plata repujadas, denominadas aquí como recortes, procedentes de piezas que se retiraban del culto, ya fuese por estar ajadas o simplemente por un afán de renovación estilística. Lo que ya no nos es posible determinar es en cuál de estos arreglos se colocó este escudo en el lugar preeminente que hoy ocupa. Para ello precisaríamos conocer la fecha en que se desbarató el banco de plata que Emparan obsequió al Cristo de La Laguna.
Leopoldo Tabares de Nava y Marín
Lorenzo Santana Rodríguez
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1 Seguimos la denominación que da a esta pieza Carlos Rodríguez: Rodríguez Morales, Carlos: Todo es plata. Las alhajas del Cristo de La Laguna, Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna, 2016, pp. 76-78.
2 Rodríguez Morales, Carlos: op. cit., pp. 81-82.
3 AA VV, Casa-torre de Emparan. Azpeitia, Publicaciones de la Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián, 1977, p. 63.
4 Para la biografía de este personaje consúltese: AA VV, op. cit., pp. 87-109; Viera y Clavijo, José de: Noticias de la Historia general de las Islas de Canaria, Ediciones Idea, 2004, t. tercero, pp. 419-424; Cadenas y Vicent, Vicente de: Extractos de los expedientes de la Orden de Carlos 3º. 1771-1847, Instituto Salazar y Castro, Hidalguía, 1982.
5 Las actas que citamos de la esclavitud se pueden consultar en: Archivo de la esclavitud del Cristo de La Laguna, Libro de la fundación, ff. 38v-40r.
6 Rodríguez Morales, Carlos: op. cit., p. 95.
7 Rodríguez Morales, Carlos: op. cit., p. 147.
8 Hernández Perera, Jesús: Orfebrería de Canarias, 1955, pp. 252-253.
9 Archivo histórico diocesano de San Cristóbal de La Laguna, Fondo histórico diocesano, libro 96, ff. 118r-118v.
10 Ibídem, f. 128r.