El tiempo Ordinario, o “Per Annum” según su denominación latina, se dividen en dos partes.

La primera parte comienza al día siguiente a la Fiesta del Bautismo del Señor y continúa hasta el inicio de la Cuaresma.

La segunda comienza el lunes siguiente a Pentecostés y termina el sábado anterior al I domingo de Adviento.

Está, por tanto, marcado, por dos calendarios: a) por el lunar que marca la Pascua y, por tanto, el inicio de la Cuaresma, el tiempo de Pascua y su fin en Pentecostés; y b) por el solar, que marca la duración de los tiempos de Adviento y de Navidad, atendiendo a una fecha fija que es el 25 de diciembre. 

El tiempo Ordinario comprende 33 o 34 semanas, dependiendo del año. 

El modo de contar las semanas es:

1.- La semana en que se celebra el Bautismo del Señor es la primera semana. Las siguientes semanas se cuentan en orden progresivo hasta el inicio de la Cuaresma.

2.- Después de Pentecostés, hay dos opciones:

a) Si las semanas del tiempo Ordinario son 34 se vuelve a tomar la serie a parir de la semana que sigue a aquella que se interrumpió con el inicio de la Cuaresma. Por ejemplo, si en la V semana del tiempo Ordinario cae el Miércoles de Ceniza, el lunes siguiente a Pentecostés será el lunes de la VI semana del tiempo Ordinario.

b) Si las semanas del tiempo Ordinario son 33 se omite la semana siguiente a la que se interrumpió con el inicio de la Cuaresma, y se retoma la serie en con la que sigue a la omitida. Por ejemplo, si en la V semana del tiempo Ordinario cae el Miércoles de Ceniza, el lunes siguiente a Pentecostés será el lunes de la VII semana del tiempo Ordinario.

En la segunda parte del tiempo Ordinario hay algunas solemnidades que son móviles, es decir, cuya celebración cambia año con año, pues dependen de la fecha en que se celebre Pentecostés, o del fin de este tiempo con el inicio del Adviento.

La primera es la Santísima Trinidad, que se celebra el domingo posterior a Pentecostés.

La segunda es la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, Corpus Christi, que puede celebrarse en dos días, dependiendo del país. En los lugares en que sea fiesta de precepto, se celebra el jueves posterior a la Santísima Trinidad. En los lugares en que no sea fiesta de precepto, se celebra el domingo posterior a la Santísima Trinidad.

La tercera es el Sagrado Corazón de Jesús, que se celebra el viernes posterior al siguiente domingo tras la Santísima Trinidad.

Para ser más claros: hay que contar tres semanas después de Pentecostés. El domingo de la primera semana, será la Santísima Trinidad. En la segunda semana se celebrará Corpus Cristi (en unos países en jueves y en otros en domingo). En la tercera semana se celebrará el Sagrado Corazón.

Adicionalmente, hay una cuarta solemnidad móvil de Tiempo Ordinario, que es Jesucristo, Rey del Universo. Esta se celebra el último domingo del tiempo Ordinario, es decir, el domingo previo al primero de Adviento. 

También hay una fiesta que es movible: Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, que se celebra el jueves después de Pentecostés; y dos memorias marianas que cambian cada año: la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, que se celebra el lunes posterior a Pentecostés; y el Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María, que se celebra el sábado posterior al segundo domingo después de Pentecostés.

En los domingos se utiliza el propio de la Misa que indica el misal para cada uno de ellos, así como las lecturas de ese domingo, de acuerdo al ciclo trianual (A, B o C).

En los domingos de este tiempo únicamente se omite el formulario si concurre una solemnidad, una fiesta del Señor o la conmemoración de los fieles difuntos. De esta manera, las fiestas de la Virgen y de los Santos, así como las memorias (libres u obligatorias), se omiten ese año.

No obstante, en los domingos del tiempo Ordinario pueden emplearse los formularios rituales o exequiales, si no concurre una solemnidad.

Para las ferias (de lunes a sábado), no existe un propio de la misa para cada una, por lo que se toma el propio de cualquier domingo del tiempo Ordinario, de cualquier santo, de las misas votivas o de las misas por diversas necesidades. Las lecturas sí son establecidas para cada feria. La primera lectura y el salmo varían en los años pares e impares, mientras que el Evangelio es fijo para cada feria. 

En las ferias de este tiempo en que concurra una solemnidad, una fiesta o una memoria obligatoria, se celebra ésta en vez de la feria del tiempo. Las memorias libres, a discreción del celebrante pueden o no seguirse.

En las ferias del tiempo Ordinario pueden emplearse libremente los formularios rituales o exequiales, salvo que coincida con una solemnidad.

Reglas para la elección del formulario

A. Los domingos de este tiempo se compara el propio del tiempo y el propio de los santos y:

  1. Si concurre una solemnidad: se usa el formulario del propio de los santos. No puede ser sustituido por ningún otro.
  2. Si concurre con la conmemoración de los fieles difuntos: se usa el formulario del propio de los santos. No puede ser sustituido por ningún otro.
  3. Si concurre una fiesta del Señor: se usa el formulario del propio de los santos. Puede ser sustituido por un formulario ritual o por el exequial.
  4. Si concurre una fiesta que no sea del Señor, una memoria obligatoria o una memoria libre: se usa el formulario del propio del tiempo. Puede ser sustituido por un formulario ritual o por el exequial.
  5. Si no concurre ninguna celebración del calendario de los santos: se usa el formulario del propio del tiempo. Puede ser sustituido por un formulario ritual o por el exequial.

B. Las ferias de este tiempo se compara el propio del tiempo y el propio de los santos y:

  1. Si concurre una solemnidad: se usa el formulario del propio de los santos. Únicamente puede ser sustituido por el formulario exequial, pero si la solemnidad es de precepto, no puede ser sustituido.
  2. Si concurre una fiesta: se usa el formulario del propio de los santos. Puede ser sustituido por un formulario ritual o por el exequial.
  3. Si concurre una memoria obligatoria: se usa el formulario del propio de los santos. Puede ser sustituido por un formulario ritual, o por el de las misas de difuntos: exequial, en la noticia de la muerte, en la sepultura y en el aniversario de muerte. Además, pueden usarse los formularios de las misas votivas por diversas necesidades cuando, juicio del sacerdote, hay una necesidad pastoral.
  4. Si concurre una memoria libre: el sacerdote puede elegir entre usar este formulario, o el de cualquier domingo del Tiempo Ordinario, o uno votivo, por diversas necesidades. Y puede usar todos formularios rituales y de las Misas de difuntos.
  5. Si no concurre ninguna celebración del calendario de los santos: el sacerdote puede elegir usar cualquier formulario de los domingos del Tiempo Ordinario, o uno votivo, por diversas necesidades. Y puede usar todos formularios rituales y de las Misas de difuntos.

Celebraciones que se celebran durante el Tiempo Ordinario

La Presentación del Señor – 2 de Febrero

La fiesta de la Presentación celebra una llegada y un encuentro; la llegada del anhelado Salvador, núcleo de la vida religiosa del pueblo, y la bienvenida concedida a él por dos representantes dignos de la raza elegida, Simeón y Ana (Lucas 2,34-35). Aunque esta fiesta del 2 de febrero cae fuera del tiempo de navidad, es una parte integrante del relato de navidad y se celebra 40 días después del nacimiento de Nuestro Señor, de acuerdo a la ley judía.
Es una chispa de fuego de navidad, es una epifanía del día cuadragésimo. Navidad, epifanía, presentación del Señor son tres paneles de un tríptico litúrgico.

La Anunciación – 25 de Marzo

Esta gran fiesta tomó su nombre de la buena nueva anunciada por el arcángel Gabriel a la Santísima Virgen María, referente a la Encarnación del Hijo de Dios. (Lucas 1, 26-38)

Nueve meses antes del nacimiento de Nuestro Señor, celebramos la Encarnación del Hijo de Dios en el vientre purísimo de la Virgen Santísima.

El ángel de dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en tu seno y a dar a luz a un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande, le llamarán Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin. (Lucas 1, 30-33)

La Visitación de la Virgen María – 31 de Mayo

Esta fiesta conmemora la visitación que recibió Santa Isabel, madre de San Juan el Bautista, de la Virgen María. Recordamos que en ese evento no sólo su hijo fue santificado en su vientre, ella misma fue iluminada desde lo alto para saludar a María como "madre de mi Señor" (Lucas 1,43).

Santísima Trinidad – Domingo siguiente a Pentecostés

La Santísima Trinidad es el misterio fundamental de nuestra religión— Un solo Dios en tres Personas. En su nombre hemos sido bautizados. La señal de la cruz nos la recuerda, y el sacerdote, en el altar, la invoca para terminar todas sus oraciones. En su nombre somos absueltos en el tribunal de la penitencia, y en su nombre, se renueva todos los días, en nuestros altares, el sacrificio del Calvario. (Juan 16, 11-15)

Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús le había indicado. Al verlo, lo adoraron, si bien algunos dudaron, Jesús se acercó a ellos y les habló así: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y estad seguros que yo estaré con vosotros día tras día, hasta el fin del mundo.

El Cuerpo y la Sangre del Señor (Corpus Christi) – Domingo después de la Santísima Trinidad
Corpus Christi es la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía. Este día, recordamos la institución de la Eucaristía, que se llevó a cabo el Jueves Santo, durante la Última Cena al convertir Jesús el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre. Es una fiesta muy importante porque la Eucaristía es el regalo más grande que Dios nos ha hecho, movido por su querer quedarse con nosotros después de la Ascensión.

Fue instituida por el Papa Urbano IV movido por el Milagro Eucarístico de Bolsena así como por las revelaciones de Santa Juliana de Mont Cornillón.

La Transfiguración del Señor - 6 de Agosto

Esta fiesta recuerda la escena en que Jesús, en la cima del monte Tabor, se apareció vestido de gloria, hablando con Moisés y Elías ante sus tres discípulos preferidos, Pedro, Juan y Santiago. La fiesta de la Transfiguración del Señor se venía celebrando desde muy antiguo en las iglesias de Oriente y Occidente, pero el papa Calixto III, en 1457 la extendió a toda la cristiandad para conmemorar la victoria que los cristianos obtuvieron en Belgrado, sobre Mahomet II, orgulloso conquistador de Constantinopla y enemigo del cristianismo, y cuya noticia llegó a Roma el 6 de agosto. (Mateo 17, 1-5)

Asunción de la Virgen María – 15 de agosto – Solemnidad

La fiesta de la Asunción (o Dormición, como la llaman los orientales) de la Virgen, nos recuerda el tránsito de María de este mundo al Padre, es decir, su pascua. La Madre íntegra del Hijo de Dios no podía corromperse en el sepulcro; por esto; al final de su vida terrestre, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria del Padre.

La Exaltación de la Santa Cruz – 14 de septiembre – Solemnidad

La fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz tiene su origen en la Iglesia de Jerusalén. Desde mediados del siglo IV celebraba el 13 de septiembre el aniversario de la dedicación de la basílica constantiniana levantada en el Gólgota. Según el recuerdo de una peregrina de la antigüedad llamada Egeria, unos años antes, en esa misma fecha, se había encontrado la reliquia de la Cruz del Señor.  El gesto de la exaltación se realizaba el segunda día de la octava de la dedicación: en esa jornada, testimonia un libro litúrgico de la época, «se muestra solemnemente a todo el pueblo cristiano la venerable Cruz». Actualmente, el rito más característico de esta fiesta en la liturgia bizantina consiste en la elevación que hace el sacerdote de la Cruz por encima de todas las cabezas, bendiciendo al pueblo y dirigiéndose a los cuatro puntos cardinales, mientras el coro canta cien veces la letanía Kyrie eleison en cada ostensión. Los fieles, después, pasan a venerar la Cruz y reciben una flor del conjunto que adorna el lugar donde reposa Es tal el realce de esta solemnidad en el Oriente cristiano, que es considerada como una pascua otoñal.

En Roma, desde inicios del siglo VI, se conmemoraba el 3 de mayo una fiesta paralela: la Invención de la Santa Cruz. A mediados del siglo VII, en la basílica vaticana se adopta el uso procedente de Jerusalén de venerar un fragmento de la reliquia de la Cruz (llamado lignum crucis) el día 14 de septiembre. El Papa Sergio (687-701) trasladó dicha costumbre a la basílica laterana y la revistió de especial solemnidad, de tal manera que ya en el siglo VIII la fiesta se extendió también por todo el Occidente.

SI EL ÁRBOL DEL PARAÍSO FUE EL LUGAR DE LA CAÍDA DEL HOMBRE, EL SEÑOR HA PREVISTO QUE LA CRUZ SEA EL NUEVO ÁRBOL SALVADOR.

En la liturgia romana, el prefacio de la Misa recuerda que si el árbol del Paraíso fue el lugar de la caída del hombre, el Señor ha previsto que la Cruz sea el nuevo árbol salvador «ut unde mors oriebátur, inde vita resúrgeret… para que, de donde tuvo origen la muerte, de allí surgiera la vida». Las lecturas subrayan la elevación de Cristo en el madero como un anticipo de la elevación en la gloria, y polo que atrae a todas las criaturas: «cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todo hacia mí»[La Cruz es el lugar del triunfo de Jesús, desde donde extiende su reinado contando con nuestra colaboración: «Cristo, Señor Nuestro, fue crucificado y, desde la altura de la Cruz, redimió al mundo, restableciendo la paz entre Dios y los hombres. Jesucristo recuerda a todos: et ego, si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad meipsum (Jn 12, 32), si vosotros me colocáis en la cumbre de todas las actividades de la tierra, cumpliendo el deber de cada momento, siendo mi testimonio en lo que parece grande y en lo que parece pequeño, omnia traham ad meipsum, todo lo atraeré hacia mí. ¡Mi reino entre vosotros será una realidad!».

San Josemaría llevaba siempre en el cuello un relicario en forma de cruz con un lignum crucis. Era una manifestación de su devoción a la Santa Cruz en el cumplimiento amoroso del deber de cada jornada. Existen innumerables gestos, incluso pequeños, que también sirven para expresar esta devoción en la vida diaria; por ejemplo, al bendecir la mesa y dar gracias hacemos la señal de la cruz: «Ese momento de la bendición, aunque sea muy breve, nos recuerda nuestra dependencia de Dios para la vida, fortalece nuestro sentido de gratitud por los dones de la creación, reconoce a aquellos que con su trabajo proporcionan estos bienes y refuerza la solidaridad con los más necesitados»

Celebramos tambien con gran solemnidad la Fiesta del Stmo. Cristo de La Lagunam durante el mes de septiembre. Los cultos comienzan el día 9 con una celebración Eucarística, presidida por el Sr. Obispo de la Diócesis, en la que tiene lugar dos momentos emotivos:

La Incorporación de los nuevos esclavos, el cual se realiza el juramento de admisión a la Esclavitud del Stmo. Cristo y la imposición de medallas.

La Ceremonia del Descendimiento de la venerada imagen del Stmo. Cristo desde su hornacina hasta la mesa-altar preparada al efecto en el que se realizará la ceremonia de limpiar las llagas de las manos, de los pies y del costado a la Santa imagen del crucificado y el posterior besapié.

Por la tarde la celebración de la procesión del Traslado hacia la S.I. Catedral, donde dará comienzo el Solemne Quinario hasta el día 13 del mes de septiembre, a cargo de un orador que recae en Cardenales, Arzobispos, Obispos o Sacerdotes.

El día 14, es la fiesta principal, Solemnidad de la Exaltación de la Santa Cruz. En este día se celebra un pontifical al que asíste la Representación Real de S.M. el Rey. En este día se realizan dos procesiones la del Retorno, procesión principal a la que asisten el Cabildo Catedral de las Palmas de Gran Canaria y de la Catedral de La Laguna, Seminario Diocesano, las distintas autoridades civiles de la Comunidad Autónoma de Canarias, del Parlamento de Canarias,del Cabildo Insular de Tenerife, Excmo. Ayuntamiento de La Laguna y de Santa Cruz de Tenerife, Teniente General Jefe del Mando de Canarias y de los distintos mandos militares de la isla, así como el cuerpo consular, Policía Nacional, Local, Guardia Civil y la Junta de Hermandades y Cofradías de esta Ciudad y todo ello acompañado por la P. R. y Vble. Esclavitud. Bandas de Música del Excmo. Ayuntamiento y del Mando de Canarias, Banda de Guerra y la A.M. Santísimo Cristo de La Laguna

Por la noche después de la Celebración Eucarística celebrada en el atrio del Real Santuario, la procesión recorrerá las principales calles de La Laguna, visitando a su paso los conventos de Santa Clara y Santa Catalina.

Del 15 al 21 se realizará la celebración del Octavario, en la que intervendran los diferentes sacerdotes de la Diócesis, así como las corales o agrupaciones folcloricas de la Isla. Terminando así los actos con la procesión de la Octava por los alrededores de la plaza de San Francisco.

Todos los Santos – 1º de Noviembre

El origen de esta fiesta hay que buscarlo en la dedicación del Panteón romano a Santa María y a todos los mártires. A partir de ahí diversas Iglesias en distintas fechas, empezaron a celebrar la fiesta de todos los Santos. Alcuino la propagó en esta fecha y en el siglo IX, se extendió por todo el país franco.
Mucho antes que en Occidente, ya en el siglo IV Oriente honraba a todos los Santos; la Iglesia bizantina, en particular, el primer domingo después de Pentecostés, clausurando con esta fiesta el ciclo pascual.

Cristo Rey del Universo – Ultimo Domingo del Tiempo Ordinario

La celebración de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, cierra el Año Litúrgico en el que se ha meditado sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino de Dios. Esta fiesta se instituyó con el objeto de propagar entre los fieles el conocimiento de la dignidad de Nuestro Salvador. Si Cristo Rey es honrado por todos los católicos del mundo, se pondrá un remedio eficaz a los males que friccionan la sociedad humana, tales como la negación del Reino de Cristo; la negación del derecho de la Iglesia fundado en el derecho del mismo Cristo; la imposibilidad de enseñar al género humano, es decir, de dar leyes y de dirigir los pueblos para conducirlos a la eterna felicidad.
El Papa Pío XI instituyó esta solemnidad con la carta encíclica Quas primas el 11 de diciembre de 1925, y después del Vaticano II ha sido colocada el último domingo del tiempo Ordinario, como final del año litúrgico, para expresar el sentido de consumación del plan de Dios que conlleva este título de Cristo por encima de malas interpretaciones político-religiosas.