Entre las fiestas que explican el misterio de Cristo, fuera del ciclo pascual tenemos las fiestas de Navidad y Epifanía. Hoy existen con dos nombres diversos: la del 25 de diciembre, Navidad y la del 6 de enero, Epifanía. La distinción y coexistencia de ellas data de finales del s. IV y principios de s. V.

Al principio, en la primera mitad del s. IV las dos fiestas eran una única celebración de Encarnación del Verbo, pues mientras este misterio se celebraba en Oriente el 6 de enero con el nombre de "Epifanía", en Occidente el Natalis Domini (nombre que le daban en Roma) era celebrado era el 25 de diciembre.

El día de Navidad aparece en Roma en el documento llamado Cronógrafo Filocaliano que data de 336. Tratándose de un calendario litúrgico parece cierto que la indicación no sea una simple muestra histórica sino el dato de una fiesta en cuanto se considera que las demás fiestas parten del 25 de diciembre.

Fuera de Roma, en África, el nacimiento es atestiguado ya por Optato de Milevo (360 A.D.) festejando también la adoración de los magos con la fiesta del 25 de diciembre. En Oriente la fiesta del nacimiento comienza a aparecer al final del siglo IV, En el 380 Gregorio Nacianzeno la introduce en Constantinopla (In Sancta Lumina, PG 36, 349). Un discurso tenido el 20 de diciembre por San Juan Crisóstomo, en ese tiempo sacerdote de Antioquía, nos informa que la primera vez en el año 386 se celebra el nacimiento en aquella ciudad el 25 de diciembre como fiesta distinta de la Epifanía (del 6 de Enero) que era una fiesta venida de Roma.

Pero ¿realmente el nacimiento de Cristo fue el 25 de diciembre? Según la tradición que encontramos en el tratado Solstitis et aequinoctitis (s. IV) Jesús sería concebido en el mismo día y mes en que sería muerto, o sea el 25 de marzo; por lo tanto el nacimiento caería el 25 de diciembre. Mas esta tradición parece que no está en el origen de la fiesta y más bien sería una tentativa de explicación sobre una base de misticismo astrológico muy en boga en ese tiempo.

Otra explicación que históricamente parece más probable es la que ve en la fiesta del nuevo sol, o sea la Natalis Invicti, como se decía entonces. El culto al sol estaba en gran auge por el mitracismo y fue de una última gran ofensiva contra el cristianismo precisamente en el siglo IV. Así fue un gran honor para los emperadores del siglo tercero, entre ellos Aureliano, quien erigió un gran templo en honor al sol en Roma en campo Marcio, teniendo como símbolo el sol, por la gran ofensiva continuada bajo Aureliano el Apóstata (335). La fiesta por excelencia del sol fue así el solsticio de invierno en cuanto representaba la anual victoria del sol sobre las tinieblas y caía el 25 de diciembre.

El cronógrafo (el 354) señala el nacimiento de Cristo, el 25 de diciembre en el mismo día que el calendario civil señalaba Natalis Invicti.

Inspirada por las escrituras y por las circunstancias ambientales, la simbología de la luz y del sol como referencia a Cristo fue muy desarrollada y consagrada por los cristianos. Podemos citar algunos textos bíblicos como el salmo 18 "Ha hecho del sol su morada", "resurgirá para nosotros el sol de justicia" (Mal 4, 2), "Vendrá a visitarnos el sol, símbolo de Cristo y el mismo rezar vueltos hacia el oriente estaba difundido entre los cristianos en el momento en que se celebraba el nacimiento astronómico del sol, en presentar también al verdadero sol: Cristo.

San Jerónimo queriendo explicar que el nacimiento de Cristo debe ser celebrado el 25 de diciembre dice: "Hasta aquel día (25 de diciembre) crecen las tinieblas y desde aquel día disminuye el error y viene la verdad. Hoy nace nuestro sol de justicia" ( Sermón, in Anecd. Mared III 2, 297). Y San máximo de Turín (mitad del s. IV) afirma: "Es un cierto Y tiene razón en este día el nacimiento de Cristo vulgarmente dicho el nuevo sol ... Con gusto aceptamos este modo de hablar porque con el nacimiento del Salvador resplandece no sólo la salvación del género humano, sino también la luz del sol" (Sermón 2, PL. 57, 537).

Calendario Litúrgico de Navidad

 

Adviento: Tiempo de espera

(Del 1 de diciembre al 24 de diciembre)

Fecha de preparación y espera para la Navidad. Es el comienzo de un nuevo Año Litúrgico.


 

Navidad
(25 de diciembre)

Recuerda que Navidad es Jesús. Para anunciar la Buena Nueva, la Iglesia ha querido dedicar un tiempo especial al Misterio de la Encarnación.


 

San Esteban y Sagrada Familia
(26 de diciembre)

A San Esteban se le llama "protomártir" porque fue el primer mártir de toda la historia católica. Además en medio de una fuerte crisis en torno a la integridad de la familia, Dios Amor nos brinda nuevamente el modelo pleno de amor familiar al presentarnos a Jesús, María y José.


 

San Juan Evangelista
(27 de diciembre)

San Juan tuvo la inmensa dicha de ser el discípulo más amado por Jesús.


 

Santos Inocentes
(28 de diciembre)

El día de hoy se conmemora a los Niños Inocentes que el cruel Herodes mandó matar.


 

Santa María, Madre de Dios
(1 de enero)

Esta Solemnidad es la primera Fiesta Mariana que apareció en la Iglesia Occidental, su celebración es el 1º de enero.


 

La Epifanía
(6 de enero)

Es una fiesta destinada a celebrar la revelación de Jesucristo a unos Magos, los cuales fueron a adorar al niño recién nacido.

La Epifanía

 Epifanía es una de las fiestas litúrgicas más antiguas, más aún que la misma Navidad. Comenzó a celebrarse en Oriente en el siglo III y en Occidente se la adoptó en el curso del IV. Epifanía, voz griega que a veces se ha usado como nombre de persona, significa "manifestación", pues el Señor se reveló a los paganos en la persona de los magos.

Tres misterios se han solido celebrar en esta sola fiesta, por ser tradición antiquísima que sucedieron en una misma fecha aunque no en un mismo año; estos acontecimientos salvíficos son la adoración de los magos, el bautismo de Cristo por Juan y el primer milagro que Jesucristo, por intercesión de su madre, realizó en las bodas de Caná y que, como lo señala el evangelista Juan, fue motivo de que los discípulos creyeran en su Maestro como Dios.

Para los occidentales, que, como queda dicho más arriba, aceptaron la fiesta alrededor del año 400, la Epifanía es popularmente el día de los reyes magos. En la antífona de entrada de la misa correspondiente a esta solemnidad se canta: "Ya viene el Señor del universo. en sus manos está la realeza, el poder y el imperio". El verdadero rey que debemos contemplar en esta festividad es el pequeño Jesús. Las oraciones litúrgicas se refieren a la estrella que condujo a los magos junto al Niño Divino, al que buscaban para adorarlo.

Precisamente en esta adoración han visto los santos padres la aceptación de la divinidad de Jesucristo por parte de los pueblos paganos. Los magos supieron utilizar sus conocimientos-en su caso, la astronomía de su tiempo- para descubrir al Salvador, prometido por medio de Israel, a todos los hombres.

 El sagrado misterio de la Epifanía está referido en el evangelio de san Mateo. Al llegar los magos a Jerusalén, éstos preguntaron en la corte el paradero del "Rey de los judíos". Los maestros de la ley supieron informarles que el Mesías del Señor debía nacer en Belén, la pequeña ciudad natal de David; sin embargo fueron incapaces de ir a adorarlo junto con los extranjeros. Los magos, llegados al lugar donde estaban el niño con María su madre, ofrecieron oro, incienso y mirra, sustancias preciosas en las que la tradición ha querido ver el reconocimiento implícito de la realeza mesiánica de Cristo (oro), de su divinidad (incienso) y de su humanidad (mirra).

A Melchor, Gaspar y Baltasar -nombres que les ha atribuido la leyenda, considerándolos tres por ser triple el don presentado, según el texto evangélico -puede llamárselos adecuadamente peregrinos de la estrella. Los orientales llamaban magos a sus doctores; en lengua persa, mago significa "sacerdote". La tradición, más tarde, ha dado a estos personajes el título de reyes, como buscando destacar más aún la solemnidad del episodio que, en sí mismo, es humilde y sencillo. Esta atribución de realeza a los visitantes ha sido apoyada ocasionalmente en numerosos pasajes de la Escritura que describen el homenaje que el Mesías de Israel recibe por parte de los reyes extranjeros.

La Epifanía, como lo expresa la liturgia, anticipa nuestra participación en la gloria de la inmortalidad de Cristo manifestada en una naturaleza mortal como la nuestra. Es, pues, una fiesta de esperanza que prolonga la luz de Navidad.

Esta solemnidad debería ser muy especialmente observada por los pueblos que, como el nuestro, no pertenecen a Israel según la sangre. En los tiempos antiguos, sólo los profetas, inspirados por Dios mismo, llegaron a vislumbrar el estupendo designio del Señor: salvar a la humanidad entera, y no exclusivamente al pueblo elegido.

Con conciencia siempre creciente de la misericordia del Señor, construyamos desde hoy nuestra espiritualidad personal y comunitaria en la tolerancia y la comprensión de los que son distintos en su conducta religiosa, o proceden de pueblos y culturas diferentes a los nuestros.

Sólo Dios salva: las actitudes y los valores humanos, la raza, la lengua, las costumbres, participan de este don redentor si se adecuan a la voluntad redentora de Dios, "nunca" por méritos propios. Las diversas culturas están llamadas a encarnar el evangelio de Cristo, según su genio propio, no a sustituirlo, pues es único, original y eterno.

La Epifanía en el Real Santuario del Stmo. Cristo de La Laguna.

En el año del 2010 se recupera la tradición de la Adoración al Niño Jesús de los Afligidos por los Reyes Magos de Oriente. Hacía mas de 80 años que se perdió. Los cronistas del pasado describen que "ayer, para despedir al Niño y ver a los Reyes, fueron incontables las personas que todo el día desfilaron delante del Nacimiento Franciscano. El miércoles, mañana, principia el quinario al Niño Afligido, devota efigie que se venera en esta iglesia. Los actos del quinario se recitarán durante las misas de ocho. Acabarán los cultos con la comunión terciaria del domingo y sermón. Terminadas las fiestas de Pascuas, con la de Reyes, se quitó hoy el Nacimiento. Las cosas han vuelto a su estado normal. No será hiperbólico decir que, sin faltar uno, han desfilado, varias veces, todos los niños de La Laguna y sus campos ante la cueva de Belén, de San Francisco, hallando siempre maravillas y cosas nuevas que admirar".

El acto de la Adoración consite: Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente son recibidos por la Junta de Gobierno de la Esclavitud, encabezado por su Esclavo Mayor. A continuación, en procesión de entrada, mientras que el Coro canta villancicos, pasan al interior del templo , donde son recibidos por el Rector del Real Santuario y se les da la bienvenida. Se lee la Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,1-12) y se procede a la adoración por parte de SS.MM. los Reyes Magos al Santo Niño Jesús de los Afligidos, dispuesto a los pies del Stmo. Cristo de La Laguna.Terminada esta parte, el Rector hace una alocución sobre el momento vivido y despiden a SS.MM al exterior del atrio para el comienzo de la gran Cabalgata por las principales calles de la ciudad.

Un acto emotivo, lleno de sentimientos en que los niños de la ciudad viven una jornada intensa de felicidad.