La Virgen de Candelaria permanecerá en Aguere hasta el próximo sábado, día 27 de los corrientes, jornada en la que está previsto el encuentro con el Cristo lagunero, que tendrá lugar a las ocho de la tarde en la Plaza del Cristo.
Todos los caminos conducen a... La Laguna
La presencia de la Virgen de Candelaria en la Catedral generó ayer hasta colas para entrar al templo y multiplicó la afluencia de un domingo normal en las calles del casco, en las que se respiraba un ambiente festivo.
Suelen las calles del centro lagunero, de por sí siempre concurridas, ver incrementada su afluencia los sábados y domingos, cuando se convierten para muchos en lugar de paseos reparadores antes de afrontar la semana. Y suele ser también la Villa Mariana de Candelaria, con la Morenita como imán importante, una zona habitual de asueto dominical. ¿Y si se uniesen las dos?, ¿y si, además, la meteorología acompañase? La respuesta, obvia, se comprobó ayer en Aguere.
Todavía con los ecos de una tarde-noche intensa para los feligreses y para los amantes del acontecer histórico local (la multitud, el incienso, los "¡viva la Virgen de Candelaria!", el boato característico de estas citas...), la Ciudad de los Adelantados vio cómo la Patrona multiplicaba lo que suele ser un domingo al uso. A mediodía, el trajín se extendía por todas las vías principales, con el entorno de la Catedral como epicentro. El puesto de una turronera en medio de la plaza parecía avisar de que lo que ocurría estaba relacionado con alguna cita popular, algo identitario... y las opciones las acotaba la inusual cola en el templo, en la puerta del lateral de La Carrera (curiosamente, la de la calle Bencomo también se encontraba abierta y el paso, expedito).
Lo de fuera tenía traslación al interior de la iglesia. O al revés, porque el destino de muchos de los que "lagunearon" (ese neologismo tan de moda) ayer se hallaban dentro: la Virgen de Candelaria, cambiando con ello ese repetido lema de la peregrinación de cada agosto a la Basílica de "Todos los caminos conducen a Candelaria". Desde el altar principal, el ex deán de la Catedral Julián de Armas -al que la tempestuosa y casi interminable restauración del emblemático inmueble convirtió en su día en un actor habitual de la actualidad- oficiaba una misa, en la que no faltaron algunos de esos "vivas" por la Patrona y aplausos que se han vuelto una tónica desde que comenzó esta salida extraordinaria de la Morenita con motivo del bicentenario de la Diócesis.
Terminada la celebración, con la Catedral repleta, un mensaje empezó a repetirse (como una decena de veces) por la megafonía: arrancaba otra misa y no era momento para visitar a la Virgen. "Ahora vamos a celebrar la eucaristía, que es lo más importante que tenemos", "Les ruego colaboración", "Vamos a desalojar la Catedral"... Lo decía un religioso en tono cada vez más imperativo. "Nada es tan valioso como la eucaristía", insistió. Instrucciones de difícil digestión para quienes se habían desplazado, cada uno con su historia, desde los barrios u otros municipios con el deseo de encontrarse con la imagen.
Pues nada... todo el mundo para la calle, que en ese momento era trasiego y bullicio, un "ambientazo", como un ensayo de la parte diurna de la Noche en Blanco. Paseos, la popular dulcería de Porfirio con una fila de clientes esperando en el exterior, gente a la que le dio por salir a correr por las peatonales en mitad de aquel rebumbio y, unos metros más hacia Herradores, los acordes de uno de los grupos callejeros asiduos del casco: Loop'n Loompa, de Emilio Cedrés y Simone Turinese. Subiendo La Carrera, más viandantes. Unos trovadores repartían "flyers" a las puertas del teatro Leal y, ya en la plaza de La Concepción, otra de las imágenes de la jornada: decenas de personas pegadas al móvil cazando pokemon, un juego que parece que ahora repunta. Y en contraste, no muy lejos de allí, varios miembros conocidos del mundillo de las cofradías, la víspera voluntarios de la peregrinación, revivían las anécdotas del traslado de la Virgen como quien comenta las mejores jugadas de un partido de fútbol. Cosas de Aguere.
La Patrona, de verde
La Virgen de Candelaria luce su tercer manto en esta peregrinación.
La Virgen de Candelaria salió de rojo el 12 de octubre, al inicio de la peregrinación a Santa Cruz, y en la víspera de la salida a La Laguna el camarero de la Patrona, Jaime Estévez, optó por un manto malva. "Rojo por el clima cálido de la capital y malva por el ambiente frío y de recogimiento de La Laguna", explicó. Tras la lluvia que obligó a alterar los planes la noche del pasado 19 de octubre -cuando la Virgen hizo noche en La Concepción y se trasladó a las seis de la mañana a la Cruz del Señor-, el equipo de Jaime Estévez verificó que todo estaba en perfectas condiciones porque la lluvia no afectó. Ahora que está en la Catedral, desde la noche del domingo, la Patrona luce un manto verde, "color esperanza y confiados en que su presencia en la Catedral atraiga a más fieles a su hijo". Para Jaime, todo tiene una explicación, igual ocurre con en este cambio de manto que ilumina a la Patrona en la Catedral.
"Este manto es la tercera vez que se le pone. Solo ha procesionado en una ocasión y lo lució en una oportunidad en el camerín de su santuario. Es un regalo que realizó el taller de costura de Candelaria en 2011, explicó el camarero, conocedor del ajuar. De regreso a Candelaria habrá sorpresa.
Los padres del padre
Los sacerdotes de la Diócesis participaron ayer, junto a sus padres y madres, en una celebración que culminó con la ofrenda a la Virgen de Candelaria en la Catedral.
Primero el monasterio de Santa Clara y luego la Catedral de La Laguna acogieron ayer el segundo encuentro de padres y madres de los sacerdotes de la Diócesis de Tenerife, que en esta edición coincidió con la visita de la Virgen de Candelaria.
Fue una imagen atípica. Acostumbrados a la ver a los sacerdotes con alzacuellos y revestidos en el altar, ayer estaban "de la mano" de sus progenitores, que para la mayoría han sido "vivero" de su vocación. Uno de los momentos más entrañables tuvo lugar en el convento de las Claras, cuando el delegado para el clero, Víctor Álvarez, cedió la palabra a Julián de Armas, de 76 años, uno de los sacerdotes que celebran este año sus bodas de oro y el único que conserva aún a su madre, quien pidió que le acompañara Antonio Hernández, que también conmemora 50 años como presbítero, para recordar cómo nació su vocación. Ayer hubo aproximación a la vocación sacerdotal desde las dos orillas: desde el presbítero que adoptó esta forma de vida y desde la perspectiva de una madre: Gisella, miembro seglar de la Orden Tercera Carmelitana y madre de Juan Pablo Mendoza, párroco de San Martín de Porres (Las Chumberas), San Fernando Rey (García Escámez) y uno de los capellanes de Tenerife II.
Comenzó advirtiendo que no era la más indicada para dar la experiencia de una madre de sacerdote, porque su hijo apenas lleva una año ordenado. Contó que en la misa de Juan Pablo II de 1985 sintió a su bebé en su vientre, y prometió que si era varón lo llamaría como el papa, que ayer mismo celebraba su festividad como santo. También lo puso bajo la protección de San Martín de Porres, porque era una gestación de alto riesgo. Y curiosamente la primera parroquia de su hijo Juan Pablo es San Martín de Porres.
Rememoró cuando su hijo dejó Venezuela y se trasladó a Tenerife para estudiar Ingeniería Química. Ella y su esposo se trasladaron a la Isla. Cuando pensaban que les iba a presentar a su novia o que tenía trabajo, para su alegría Juan Pablo les comentó su deseo de entrar en el seminario. Una experiencia entre la de tantos presbíteros que ayer dieron gracias a la Patrona de Canarias y pidieron su protección junto a sus padres.
De Armas: 50 años de cura
Julián de Armas, párroco de Los Remedios (la Catedral), recordó ayer que "una madre es un don de Dios, un punto de apoyo". Natural de Tacoronte, vecino primero de la calle Adelantado y luego del Barranco de Las Lajas, don Julián recordó sus inicios como monaguillo del recordado José Pérez, natural de San Juan de la Rambla, "un hombre ejemplar y misionero". "Iba para perito de comercio y acabé en el seminario", recordó ayer De Armas. Mantiene vivo aún el día que fue animado por su párroco, José Pérez, a entrar en el seminario el 22 de junio de 1955. Dos días después falleció. "Me ilusionaba su forma de vida", reconoció don Julián, que recordó las palabras del entonces obispo de Tenerife Domingo Pérez Cáceres cuando pidió alguien de Tacoronte que llenara el vacío de don José. Fue el inicio de una gran entrega a la Diócesis.
La Laguna se vuelca con La Morenita
La peregrinación llega a su ecuador. Concluida la visita a Santa Cruz, toma el relevo Aguere, pero con similares características: los barrios le ganan el pulso con creces a la urbe; claro que el corazón lagunero palpita con las campanas.
Dice el sabio refranero español que después de la tempestad viene la calma. Y así ocurrió ayer. Tras el palo de agua caído la noche del viernes y que tiró por tierra la vigilia programada en la Cruz del Señor, la jornada de ayer comenzó a las seis de la mañana, con el traslado en la cápsula de la Patrona hasta la parroquia de Esteban Vera, la Cruz del Señor. Una hora de oración que supo a caldo para sentar madres y la Virgen hizo una incursión por las periferias chicharreras. Para abrir boca, la Cruz del Señor, donde hasta el cura Javier de la Rosa acabó cantando con la murga Desbocados una salve murguera. De ahí, a César Casariego, La Multa, Santa Clara... que protagonizaron la imagen de una espectacular acogida de la Virgen. Hasta Jesús Agüín, que parecía tan recatado al principio, acabó lanzando vivas a diestro y siniestro y se entregó a cantar la isa de la Virgen de Candelaria. Fue un día intenso. Cita de la Patrona con los pacientes de San Juan de Dios; luego con los del Hospital Universitario de Canarias, con la emotividad a flor de piel.
Más tarde, un alto en la plaza de El Tranvía, en la Cuesta, para la entrega del título de presidenta de honor del Cabildo, y de nuevo, otra incursión en los barrios: Finca España gritaba viva a la Patrona de Canarias.
Ya desde Gracia, comitiva oficial, incienso, procesión solemne y la Virgen llegó a la Catedral de La Laguna, en la segunda visita en los últimos nueve años.
Histórica visita al Vaticano chicharrero
La entrada al centro hospitalario San Juan de Dios se convirtió en uno de los momentos cumbre de la peregrinación en lo que a emotividad se refiere. Entre las escenas de mayor sentimiento, la ofrenda que realizaron los pacientes y el personal de la instalación.
La plaza del Hospital de San Juan de Dios trajo ayer al recuerdo el entorno del Vaticano, en una celebración hecha por y para los enfermos y familiares del centro hospitalario.
Con una agenda holgada en lo que a tiempo se refiere y la emotividad a flor de piel tras el paso por el Centro de Mayores Toki Eder, en La Cuesta, los pacientes de San Juan de Dios fueron unos privilegiados en la visita de la Patrona, ya que el plan de seguridad obligó a que los peregrinos siguieran desde la carretera general el acto que presidió el obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez.
Fue una estampa impresionante, con la fachada del histórico centro y todas las terrazas laterales abarrotadas de pacientes. La intensidad del momento fue tal que provocó hasta la emoción de uno de los fotógrafos, que enjuagaba sus lágrimas mientras atinaba a enfocar con el objetivo. Fue como el efecto del visitante que se adentra en la Via della Conciliazione, que desemboca en la impactante plaza de San Pedro, en el Vaticano.
El superior de la orden hospitalaria, Miguel Martín, agradeció la visita. De lo más emotivo, la ofrenda que realizaron los enfermos, el personal sanitario y, en particular, los usuarios del centro pedagógico. Por su parte, el prelado nivariense dedicó unas palabras de aliento, recordó que la Virgen "no es una imagen, sino una señora viva" e impartió la bendición antes de poner dirección a La Laguna.
Ya en la plaza de San Juan de Dios, desde el Ayuntamiento lagunero distribuían una estampa con la Virgen de Candelaria y, en la parte de atrás, el recorrido de la Patrona por la Ciudad Patrimonio. No había salido de Santa Cruz y ya Aguere se apresuraba a recibirla.
Tan bien iba de tiempo la peregrinación que, al abandonar San Juan de Dios, la comitiva ralentizó su marcha en la calle José Víctor Domínguez para hacer tiempo hasta su llegada al Hospital Universitario de Canarias (HUC). En ese punto, el delegado episcopal para la visita de la Morenita a Santa Cruz y La Laguna, Jesús Agüín, sacó su lado más folclórico para entonar una y otra vez el "Virgen de Candelaria", que acompañó con "vivas" a la Patrona, respondidos por el pueblo con gritos enfervorecidos de "¡Sí, sí, sí, la Virgen ya está aquí!".
Se resistía a dejar la comitiva el alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, junto al edil Dámaso Arteaga. Mientras, con la gente volcada en la calle, la Patrona recorrió Vistabella, César Casariego, Santa Clara y La Multa. El paso por esta última zona fue indescriptible: fuegos artificiales, suelta de palomas, avemarías al estilo góspel y todos los vecinos volcados en la calle. Y de nuevo: "¡Sí, sí, sí, la Virgen ya está aquí!".
Una visita misionera
La presencia de la Virgen de Candelaria en San Juan de Dios, el HUC y La Candelaria, así como en los barrios, se enmarca dentro del Plan Diocesano de ir a las periferias geográficas y existenciales.
La visita de la Virgen de Candelaria a Santa Cruz y La Laguna está enmarcada dentro del Plan Diocesano que ha puesto a la Iglesia nivariense en misión desde el curso 2015-16, y coincide con la celebración del bicentenario de la Diócesis de Tenerife. Cuando se le pregunta a los miembros de la Pastoral de Nueva Evangelización por qué se ha celebrado esta peregrinación un año antes de que finalice el plan -cuando para algunos podría ser un broche de oro para culminar la programación-, los agentes de pastoral explican que estamos en la etapa de acompañar y fructificar, "y quién mejor que la Virgen María como ejemplo y para realizar este acompañamiento que va al encuentro de las periferias geográficas y existenciales", explica Jeremías González, profesor de Primaria del colegio de Los Salesianos, en La Cuesta. "María es la primera misionera", sentencia, y hace un balance muy positivo de esta visita, que solo en La Laguna reunió a más de 40.000 personas, con muchas personas involucradas.
Junto a Jeremías, Elena Marrero, licenciada en Química y profesora en el colegio La Salle-San Ildefonso, miembro también de la Pastoral de Nueva Evangelización, que explica que esta visita "viene a dar luz", precisamente en el curso que se dedica a las periferias, de ahí la justificación de que la Virgen de Candelaria visitara en su recorrido por Santa Cruz y La Laguna barrios como Tío Pino, García Escámez, San Fernando, Los Gladiolos, Cruz del Señor, Cuesta de Piedra, César Casariego, La Multa, Santa Clara, Gracia... Elena recuerda que tanto en el trayecto de Taco al Hospital de La Candelaria como en la entrada desde Gracia a La Laguna casco, las miles de personas que asistieron a la peregrinación vieron el farol de la misión, que incorpora los santos canarios: el Hermano Pedro y José de Anchieta y los mártires de Tazacorte.
El delegado de la Nueva Evangelización, Eduardo Rodríguez, recordó que esta misión es un trabajo que se inició en 2015, un plan que culminará en el curso 2019-20, coincidiendo con el bicentenario de la Diócesis. Trajo al recuerdo las palabras del obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, en su carta con motivo de la visita de la Virgen a Santa Cruz y La Laguna: "La Iglesia, continuadora de la misión del Hijo, debe trabajar sin descanso para que la salvación llegue a todos, para que todos conozcan a Cristo, para que todos lo encuentren y puedan disfrutar de su redención salvadora. (...). La misión de la Virgen María no quedó limitada a su existencia histórica hace dos mil años (...). Su misión, ayer y hoy, es mostrarnos a Cristo y llevarnos hacia Él", desde una Iglesia cercana que hace misión en la propia Diócesis.
Nico Montero, el juglar de la fe
Director de un instituto público en Cádiz, dice que no hace canciones para gente que tiene fe y es capaz de poner música a un salmo o abordar la trata de blancas, la inmigración o los niños de la calle.
Licenciado en Filosofía, Nico Montero está casado y es padre de cuatro hijos. Natural de Huelva, está afincado en Cádiz desde hace 20 años, cuando logró plaza en un instituto de enseñanza pública gaditano, del que hoy es director; una comunidad educativa formada por mil alumnos y un centenar de profesores.
Nico Montero sorprende cuando define su estilo de música, que se mueve entre lo espiritual y el compromiso social: capaz de utilizar un salmo o hablar de la trata de blancas, la inmigración o los niños de la calle. "La música surge desde la fe, pero no hago canciones para gente que tiene fe", afirma Nico, que se desmarca de la imagen "ñoña" o "carca" de la Iglesia, algo entendible cuando se le ve con la guitarra a cuestas entonando canciones de pop-rock, fresca y actual. Hace música que siembra interrogantes, que enfoca la vida con diferente óptica. Su objetivo, conectar con la fe, y él lo tiene claro: "Las personas están por encima de la doctrina y de las normas".
Su registro se mueve entre música cristiana y espiritual, desde la que expresa su fe: "La fe que no se traduce en obras y transmite está vacía y es un montaje. Eso es lo que aprendí de Jesús de Nazaret", añade este "juglar de la fe" que presta este servicio a la Iglesia desde hace 29 años, tiempo en el que ha lanzado 14 discos al mercado, y en breve saldrán otros tres. "Nunca he cobrado por un concierto. Yo trabajo como profesor de instituto y esto es un compromiso personal, que siempre he vinculado a proyectos sociales".
Nico Montero, que mañana impartirá un curso a los profesores de religión de la Diócesis, está convencido de que "la música puede cambiar las cosas, es una droga que permite transformar la realidad con canciones".
Miembro de los cooperadores salesianos, reconoce que "Dios me inspira canciones y permite que las musas me visiten. Fe y vida no se pueden separar", sentencia, y destaca también la importancia del "feedback" con el público. Es compadre del autor gaditano Juan Carlos Aragón, con quien ha jugado al pádel y que lo ha invitado a salir en su comparsa, o escribirle. Por ahora los conciertos se lo impiden.
"Dios se vale de todo". Nico pone de ejemplo que Julia Medina, concursante en Operación Triunfo, en la gala del miércoles de la semana pasada, antes de comenzar el programa, entonó la versión de "El Señor es mi pastor" de Nico, que se canta en todo el mundo. "Dios se cuela por ahí; fue el ratito de oración que vio toda España".
Empapados de juventud
Más de 1.500 jóvenes de 35 centros de la Isla participaron en un encuentro que desafió a la lluvia. Partieron en dos grupos desde Las Claras y La Concepción para unirse en La Catedral.
"La Virgen se quedó en la cueva y todos nos vinimos fuera mojándonos por la calle", comenta con la jovialidad que caracteriza a Toli González, profesor del colegio Nava-La Salle, uno de los organizadores del encuentro de jóvenes que secundaron ayer en la Catedral de La Laguna unos 1.500 estudiantes de Secundaria y Bachillerato llegados de unos 35 centros de la Isla, tanto públicos como concertados y religiosos. Es la valoración que realizan los responsables de la cita que se había preparado durante meses. Aún con un fuerte palo de agua, se registró una nutrida participación.
Los estudiantes partieron desde dos lugares estratégicos de La Laguna: unos, desde La Concepción; otros, desde Las Claras, para recorrer La Carrera hasta reunirse precisamente frente al establecimiento comercial "Encuentro". Espectacular fue la imagen de los jóvenes que "bajaban" de La Concepción, detrás de la pancarta "CandelariaNosAbraza", que despertó entre los vecinos y visitantes que se encontraban a esa hora en Aguere una reacción entre susto y de admiración. "Era como la Noche en Blanco, pero versión adolescente y con el único objetivo de peregrinar al encuentro de la Virgen de Candelaria", comentaban los promotores. "Cuando salimos desde La Concepción y de Las Claras, hasta el tiempo nos dio un respiro y no llovió, pues muchos no pudieron venir por la tormenta que se dejó sentir con una fuerte granizada en El Sauzal y también algún contratiempo en la zona de El Médano que afectó a otro grupo". Pero fue una experiencia única para los jóvenes que hacían oídos sordos a las indicaciones de los voluntarios que le pedían silencio a la juventud cuando entraba en la Catedral. Y casi surgía una disculpa: "No te preocupes que son jóvenes y es su alegría innata", justificaba algún profesor. Al final, el mal tiempo obligó a que la cita se celebrara en el interior de la Catedral, y no en la plaza como estaba previsto. Incluso hasta la "expovocacional" de las diferentes realidades diocesanas se colocó en el templo. "Lo importante son los jóvenes, que son los principales evangelizadores; hay que empoderarlos con tiempo y valorar la repercusión que ha tenido este encuentro. Ha sido ejemplar", destacó Toli.
En la Catedral, los cantautores que iban a ofrecer el concierto en el exterior, Alejandro Abrante, Nico Montero y miembros de Brotes de Olivo, hicieron lo que pudieron con una acústica "no apta" para un recital musical. Pero los jóvenes se entregaron y disfrutaron.
Hoy, a las 18:00 horas, está prevista la procesión de antorchas desde los monasterios de las Catalinas y las Claras a la plaza de la Catedral, donde Brotes de Olivo animará una vigilia a las 20:00 horas, si el tiempo lo permite.
La Laguna "llora" por la marcha de la Patrona
La lluvia obligó a suspender la procesión de las antorchas. Solo se celebró una vigilia en Las Claras y el concierto de Brotes de Olivo en la Catedral, en un día con "horas extras" de oración.
"Siempre que se acerca la hora del adiós a la Virgen de Candelaria, la naturaleza llora su marcha. Ocurrió en Santa Cruz y ahora en La Laguna". Así justificó el vicario de Aguere, Juan Antonio Guedes, la suspensión de la esperada procesión de las antorchas, similar a la que se celebra en la Villa Mariana cada día 2 de febrero. Una cosa fue la programación y otra la realidad, gracias a la meteorología. Al final, solo hubo una vigilia en el monasterio de las Claras, uno de los pulmones de la Diócesis, donde se reunieron también aquellos que iban a salir del convento de las Catalinas, que finalmente se suprimió, lo que permitió reunir a todos los participantes en la capilla de las Claras y reorganizar el acto, que comenzó con buen tiempo y acabó diluviando.
Por ello, los más de doscientos participantes en la vigilia de las Claras agradecieron dejar las velas en la mesita a la salida de la capilla para pertrecharse de sus paraguas de camino a la Catedral, rumbo por San Agustín. Ya en el interior había montado Brotes de Olivo el sonido que se había colocado en la plaza de los Remedios, donde estaba prevista hasta una pantalla y sacar a la Virgen hasta el pórtico de la Catedral. Pero llovió. Para garantizar la mejor acústica posible, y que no pasara como en la mañana del encuentro con los jóvenes de Secundaria y Bachillerato, se colocó dentro del templo la megafonía prevista para el esperado concierto, mientras se sucedían las visitas que, desde las nueve de la mañana, no se interrumpieron hasta que la Catedral cerró anoche, a las 22:00 horas, para preparar a la Virgen de Candelaria para su traslado de hoy.
Ayer fue un día de muchas horas extras de oración. El delegado episcopal para la visita, Jesús Agüín, repitió diez, quince, veinte veces la presentación del "power point" a los grupos de colegios, como el Buen Consejo, que se sucedieron por la mañana. Daba lo mismo el número. Si eran 25 niños o cien. Cuando los pequeños se sentaban delante de la Virgen, Agüín pedía a los voluntarios acotar las visitas para que los pequeños no se distrajeran. Y luego, su catequesis con historia incluida de la aparición de los guanches. Para terminar, la banda sonora de la visita con la que ya sueña Agüín: el himno de la Virgen de Candelaria. Solo le falta ponerla de politono en su móvil. De hecho, estaba ayer en la vigilia del monasterio de las Claras y, tras comunicar que estaba lloviendo, Juan Antonio Guedes le regaló el privilegio de entonar el himno de la Patrona de Canarias, encargo que aceptó gustoso Jesús Agüín.
Cuando ya los colegios habían finalizado su visita al mediodía, llegaron un grupo de mayores desde Tacoronte y otro desde el Hogar Virgen Poderosa. Y no mostró desgana Agüín, quien hasta pidió a los colaboradores y voluntarios que llevaban las sillas de ruedas de los mayores que esperaran por él para despedirlos uno a uno a la puerta de la Catedral.
Ya por la tarde, llegó el turno a los profesores de religión, que pidieron celebrar su envío a los pies de la Virgen, en una eucaristía que presidió el obispo Bernardo Álvarez y que supuso el estreno del diácono permanente Celso González como responsable de la delegación de Enseñanza, en sustitución del histórico palmero Hermógenes Martín. Y desde la Catedral al monasterio de Las Claras, bajo la lluvia, Jesús Agüín, para hacer coincidir la finalización de una celebración con el inicio del concierto de Brotes de Olivo. Hasta en las Claras cantó el himno a la Virgen de Candelaria, entre los vivas que lanzó Guedes. Eso sí, en el recital religioso de Brotes de Olivo se cambió el registro musical, pues rescataron la canción que compusieron en 1994, en la primera vez que vinieron a Tenerife, dedicada a la Patrona. Hoy, ya de regreso, día de vítores y del himno, aprendido ya de carrerilla.
Regresa aunque llueva
La Virgen de Candelaria iniciará esta noche el regreso a su Basílica aunque llueva, dijo ayer el delegado episcopal de la visita, Jesús Agüín. En las últimas 48 horas se intensificado las reuniones con los técnicos del Cabildo, liderados por Pedro Valladares y se han valorado todas las posibilidades. En cualquier caso, iniciará el regreso. Si no llueve, se celebrará la esperada eucaristía esta noche, a las 20:00 horas, en la plaza del Cristo, donde se trasladará a la Patrona. Si llueve, la misa de acción de gracias se celebrará en la Catedral de La Laguna, para poner rumbo la imagen en la urna de metacrilato a Geneto a las diez de la noche. Si la lluvia es copiosa, los peregrinos irían en coche; si es un "chipichipi" o por rachas, irán con paraguas. La decisión final se anunciará a las 18:00 horas.
El recorrido de hoy
Hoy, a las 18:00 horas, está previsto el traslado de la Virgen de Candelaria -si no llueve- por La Carrera hasta la plaza del Adelantado. Allí visitará el monasterio de las Catalinas, para seguir por Nava y Grimón y Ernesto Ascanio y León y Huerta hasta el convento de las Claras, donde hará otro alto. De ahí seguirá por Viana hasta la plaza del Cristo. A las 20:00 horas se celebrará la eucaristía, con un altar al aire libre presidido por la imagen del Cristo y la Virgen de Candelaria. Para las 23:30 horas está previsto que la comitiva llegue a Las Dominicas de Geneto, después de recorrer La Trinidad y la rotonda del Padre Anchieta. Continuará por la carretera TF-263 para llegar a San Miguel de Geneto a la 1:00 horas, y a las 1:10 a El Sobradillo. A las 2:20 horas entrará en El Humilladero y a las 3:00 h., en Radazul Alto. Barranco Hondo la recibirá a las 4:20 horas y la residencia de mayores, a las 6:00. A las 7:40 habrá un cambio de paso y entrada a Candelaria por la gasolinera Sindo, para poner así rumbo a la Basílica, con un recibimiento previsto a las 9:10 horas.
La Virgen, con manto azul turquesa y vestido amarillo
"No existe la casualidad, sino la sincronicidad, una coincidencia que parece tan improbable que nos resulta mágica y epifánica". La frase del ensayista suizo Carl Jung la hace suya el camarero de la Virgen de Candelaria, Jaime Estévez, mientras sostiene en su mano el color de una de las camisetas oficiales de la peregrinación del bicentenario de la diócesis. "La Virgen regresa a su Basílica con el manto azul turquesa que fue bordado sobre terciopelo en 1973". El vestido será el amarillo que le restauró el propio Jaime Estévez y que reestrenó en febrero de 2017. Es el cuarto cambio de ropa, que se acometió anoche. El primero fue para la visita a Santa Cruz; el segundo, para salir a La Laguna, el tercero, en su estancia en Aguere y ahora, el regreso.
La Morenita y el Cristo: el encuentro más esperado
El tiempo dio una tregua y Aguere despidió ayer con solemnidad a la Virgen de Candelaria. El acto con el Cristo de La Laguna, momento de gran emoción para muchos feligreses.
Hasta el tiempo se alió para que la plaza del Cristo acogiera la misa que puso el broche de oro a la peregrinación de la Patrona a Santa Cruz y La Laguna. Si esperado era el momento de la llegada de la Virgen de Candelaria a la ciudad episcopal ya desde que la imagen se "alongó" por Finca España a Aguere, los laguneros anhelaban la celebración de anoche: el encuentro entre la Morenita y el Cristo lagunero.
La amenaza meteorológica que planeó en las últimas 48 horas obligó al delegado diocesano para la visita al área metropolitana, Jesús Agüín, a apurar hasta el último minuto para decidir, a las 18:00 horas -justo el momento en que estaba prevista la salida desde la Catedral-, si se llevaban a cabo todos los actos como estaba previsto. Así, a las 17:00 horas, Agüín presidió la última eucaristía a los pies de la Patrona y, al término, preguntó a los feligreses presentes: "¿Llueve? No. Pues salimos...", para luego formalizar la consulta con el obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, que ratificó los planes.
Con una Catedral llena de feligreses, el jefe de los voluntarios, Pedro López, marcó el inicio del traslado. El magisterio de Antonio Díaz Herrera, apoyado por Antonio "Tato" Regalado, marcó la maniobra de salida del presbiterio para enfilar el pórtico de la Santa Iglesia Catedral. La Laguna volvía a oler a incienso y a latir con el tañer de las campanas, que sonaban ayer con sabor a toque añejo, a tradición. Tras los tres vivas de rigor que lanzó Agüín, la Virgen se asomó a la plaza entre los aplausos del numeroso público que esperaba en el exterior, momento en que algunas voluntarias aprovecharon para deshacerse en besos hacia los máximos responsables políticos: el presidente del Cabildo de Tenerife y el del Gobierno de Canarias (y alcanzó hasta el alcalde de La Laguna). De gran plasticidad fue la estampa de la imagen en primer plano y, al fondo, sobre ella, las bóvedas catedralicias, de color cemento como resultado de las obras de restauración realizadas años atrás en el templo. Y la pregunta de algunos... que se interpelaban en relación a la próxima peregrinación: "¿Qué será de nosotros dentro de 14 años?".
Una escena más humana, pero igual de llamativa: el paseíllo que formaron los centenares de voluntarios, que abrían paso en la calle de La Carrera. Encabezando el cortejo, los seminaristas, seguidos de una decena de sacerdotes, y entre ellos, Julián de Armas -el deán de la reforma de la Catedral- con paraguas en mano por temor a que el tiempo no respetara la tregua. Y avanzaba la Virgen, vestida de azul celeste y amarillo, ante la atenta mirada de Jaime Estévez, su camarero desde hace 27 años, y de otro de los compañeros inseparables de este "viaje": el padre dominico José Ramón (que por la mañana había aprovechado para comprarse un chubasquero). Algunos ojos se seguían dirigiendo al cielo, mientras que la Morenita ya llegaba a la plaza del Adelantado. En la despedida, el delegado para la visita quiso tener dos detalles con los monasterios de vida contemplativa. Por este motivo, el paso entró al convento de Las Catalinas, donde su superiora, sor María Inés, emocionada, recordaba que su nombre en la vida seglar fue Candelaria, precisamente por una promesa de sus padres.
Ya por la calle del Agua, la talla mariana llegó hasta el monasterio de Las Claras, otro encuentro emotivo con uno de los "pulmones de la Diócesis", como define Jesús Agüín a estos conventos. En la oficialmente denominada "calle Ernesto Ascanio y León Huerta", más popularmente conocida como el "callejon de las monjas claras", se congregaron centenares de personas que, gracias a la megafonía, pudieron seguir la celebración. La madre abadesa, sor María del Pilar, expresó: "Tu corazón, Madre, es un monasterio, un claustro", para presentarle un corazón que simbolizaba a las once religiosas de este recinto, pidiéndole su protección. Antes de que el capellán dijera "adiós y hasta siempre desde este monasterio" a la Virgen de Candelaria, las clarisas entonaron un himno que compusieron con letra y música para la ocasión. La emotividad estaba a flor de piel, pero era la solamente antesala de lo que estaba por llegar.
La Patrona enfiló la calle Viana, pasó por el Asilo de Ancianos, desde donde ya se escuchaba al vicario de La Laguna, Juan Antonio Guedes, entregado con vivas "al Santísimo Cristo de La Laguna". Fue una estampa idílica para el creyente, incluso hasta para el amante de eso que Unamuno llamó "intrahistoria". Por Viana llegaba a la plaza la Virgen de Candelaria; desde el antiguo convento franciscano, el Crucificado Moreno. Ambos avanzaban como a cámara lenta, como en uno de esos encuentros de las madrugadas de la Semana Santa, hasta que al final quedaron a unos pocos metros. Hubo también un instante en el que la Patrona aceleró el ritmo (y probablemente el corazón de más de un espectador).
En la antañona Aguere se "oyó" el silencio. Y allí, con la Morenita y el Cristo -los dos grandes imanes de fe de la Isla- juntos y a escasa distancia... la emoción. Una mujer de unos 70 años, embargada por el sentimiento, decía revivir el fallecimiento de su hijo hace seis meses, mientras que una madre joven agarraba con cada mano a sus hijos pequeños y, mientras avanzaba por el pasillo central, no podía reprimir las lágrimas, como encomendándose a la Virgen de Candelaria y al Cristo lagunero. Una escena desgarradora.
Se incorporaron en ese momento algunas autoridades locales de Candelaria, a las que saludó Bernardo Álvarez antes de presidir una eucaristía en la que el Coro Epifanía y el Orfeón La Paz demostraron, al igual que en la despedida de 2009, su buen hacer musical.
Fue un acto solemne "tapizado" por 6.000 sillas y otros miles de fieles que lo siguieron de pie. A su conclusión, un agradecimiento del obispo a los voluntarios -a los que llamó "ángeles custodios" de la visita-. Tocaba entonces poner rumbo a Geneto y emprender la que es, acaso, la parte más dura del traslado de la Morenita: el peregrinar en mitad de la noche hacia la Villa Mariana. Ya volviendo sobre sus pasos, en el balcón del Asilo de Ancianos, cantó la herreña, afincada en Candelaria, María Mérida, considerada una de las grandes voces del Archipiélago. Y otra vez la emoción.
Un regreso multitudinario
Ni los sacerdotes daban crédito cuando llegaron a la rotonda del Padre Anchieta y miraron hacia la Trinidad, tomada por un gentío. Era el inicio de una noche de cantos y conversaciones.
Si sorprendente fue el tiempo que presidió la eucaristía de final de las dos semanas de la peregrinación por Santa Cruz y La Laguna, con el zenit del encuentro de la Virgen de Candelaria y el Cristo de La Laguna, más llamativo resultó el gentío que se reunió en el regreso, en particular a la salida de Aguere. Cuando la procesión, con el trono al descubierto, llegaba al Padre Anchieta, ni los curas se creían la muchedumbre que desbordaba la avenida de la Trinidad. Estaba desbordado. Colapsado. Tanta gente hacia Geneto como por La Trinidad. Hasta el obispo echó manos del móvil para inmortalizar el momento. Quizás embargados por ese entusiasmo, Antonio Díaz, al llegar a la rotonda del Padre Anchieta, con la misma destreza del niño que hace bailar un trompo en la palma de su mano, "bailó" el trono de la Patrona de Canarias como salutación al santo. Solo faltó que los feligreses pidieran un bis.
De ahí, al colegio de las Madres Dominicas de Geneto, donde la comunidad escolar había preparado un canto para despedir a la Virgen de Candelaria. Luego, cambio a la cápsula de metacrilato, despedida del obispo -que en privado gastó la broma de la victoria del Tenerife como un milagro de la Patrona- y tiempo para un resuello, con un bizcochón que supo a gloria en la cocina de las religiosas. Allí la dominica Carmen Rodríguez protagonizó un entrañable saludo a Bernardo Álvarez, y los ediles Tito Pérez-Godiño y Jonathan Domínguez prolongaron su marcha hasta la iglesia de San Miguel de Geneto. "¡38.000 personas, eh!", era el cálculo de peregrinos en La Trinidad, mientras Pedro Suárez, el presidente de la Autoridad Portuaria, se perdía entre la marea humana.
En Geneto, Guedes sacó su "artillería" en forma de folías a la Patrona, con grupo de baile incluido. Y hasta el cielo lloró. Primer palo de agua. La Virgen dejaba La Laguna y se adentraba en Santa Cruz, en El Sobradillo, entre los cantos del coro de la parroquia de La Candelaria, en La Cuesta, que animó todo el trayecto.
En El Sobradillo, profesión de fe de la concejala del Suroeste, Gladis de León, que se reconoció emocionada y creyente. Entre los cantos, una joya de canción que interpretó una joven para despedir de la capital a la Patrona.
De nuevo, chichi-chipi. Se hacía duro el trayecto y la "guagua escoba" era un regalo del cielo. La comitiva pasó de largo por La Gallega y en el cementerio de Santa Catalina, el vicario general y párroco de La Gallega, Antonio Pérez Morales, protagonizó una oración por los vecinos allí enterrados, en un momento de gran emotividad. La comitiva llegó a El Humilladero. El alcalde de El Rosario demostró vocación: en vela para entregar solo el bastón, sin discursos. Y luego, en Llano Blanco, para despedir a la Virgen. Pero siguió el trayecto, junto al delegado de la visita, Jesús Agüín. De nuevo, otro palo de agua antes de abandonar el cruce a Radazul. Para entonces, la comitiva ya acumulaba un retraso de una hora que, de no haber sido por el cambio de hora, serían dos. Entre bolsas de basuras como chubasqueros, los peregrinos desafiaron a la lluvia para entrar por Barranco Hondo hasta devolver a la Patrona a su Santuario, en Candelaria casco.