Las circunstancias maravillosas que concurrieron en la adquisición por el primer Adelantado, Don Alonso Fernández, de Lugo, de la Santa Imagen del Cristo de la Laguna y los extraordinarios portentos obrados por mediación de ella, desde la época misma de la conquista, de que nos hablan las antiguas crónicas, muy especialmente el Breve Sumario del P. Fr. Luis de Quirós (1612), fueron las causas de la singular veneración y renombre que esta Santa Imagen ha merecido en el trascurso del tiempo, no solo en la isla de Tenerife y en todo el archipiélago, sino en la misma península española y aún fuera de ella.
Tan extraordinaria celebridad fué la del Santísimo Cristo de la Laguna que el R. P. Fr. Bartolomé de Casanova, representante del insigne Cabildo de Tenerife en Roma, en 1587, pudo obtener, eu el Capítulo General celebrado en el Convento Aracoeli, de la Orden de San Francisco, en el propio año, que las grandes preeminencias que se habían concedido por el Pontífice á la Santa Iglesia de San Juan de Letrán, en Roma, se extendiesen y comunicasen, como á miembro de la dicha Santa Iglesia, á la Capilla Mayor de San Miguel de las Victorias, de San Cristóbal de la Laguna, donde se tributaba culto á la Sagrada Imagen del Santísimo Cristo; y asi mismo, fué concesión debida á la renombrada celebridad de la propia Imagen la que se otorgó por el provisor y vicario general de esta Diócesis, Doctor Gaspar Hernández del Castillo, en 1609, dictando auto por el cual se declara imagen santa y milagrosa la del Santísimo y famoso Cristo.
A su vez el Cabildo de Tenerife, respondiendo á la devoción general, dentro del archipiélago y fuera de él, á la Sagrada Imagen, dispuso, por una ordenanza, promulgada en 17 de Septiembre de 1607, y agregada al título primero de la Recopilación tinerfeña de 1670, que se celebre fiesta al Santo Cristode la Laguna,por ser «cosa sabida la mucha y antigua devoción que en todas estas Islas y en toda España se tiene al Santísimo Cristo de esta Ciudad» destinando 50 ducados, cada año, de sus Propios, para el expresado fin. Y el 12 de Agosto de 1625 acordó, el mismo senado tinerfeño, ante Salvador de Villareal, que se vaya en forma de ciudad á la fiesta del Santísimo Cristo, disponiendo aumentarla asignación anual á la cantidad de 75 ducados, para dar mayor lucimiento á la festividad. Cada día adquiría ésta mayor auge, fundándose en 1659, una esclavitud, constituida de las personas más pudientes del país, que logró elevar á gran altura la fiesta y hacer de la histórica iglesia de San Miguel de las Victorias y de la célebre Capilla Mayor un santuario, «asombro, por su riqueza y suntuosidad, de cuantos le visitaban en las grandes festividades del año.»
El incendio del templo y Capilla ocurrido en 1810, y las corrientes de incredulidad que venían de la Francia enciclopedista, amortiguaron el antiguo fervor religioso, y casi al promediar el siglo XIX desapareció la fiesta, perdiéndose la memoria del famoso patio, al que concurrían las damas principales de la ciudad y de la Isla, vestidas de manto y saya y con disfraz, cuando ya en la segunda mitad del propio siglo la iniciativa del virtuoso P. Fr Argibay logró hacer revivir la fiesta, erigiéndose una nueva esclavitud que, émula de la antigua, ha sabido llevar adelante múltiples y variadas reformas, proponiendo, cada año, con la cooperación de jóvenes entusiastas, patrióticas iniciativas, encaminadas á dar á esta fiesta extraordinario lucimiento, á la vez que su tradicional popularidad, como una de las primeras ó la primera fiesta regional del archipiélago.
M. de Ossuna.
La Region Canaria, jueves 30 de enero 1902