Centenario de La Laguna
EL 27 de julio de 1496 pasa por ser la fecha de la fundación de San Cristóbal de La Laguna. De hecho ese es el día en que se abre solemnemente el V Centenario con una Eucaristía en la Santa Iglesia Catedral, presidida por el Nuncio Apostólico de la S.S. en España, Mons. Lajos Kada. Se da, pues, por buena la fecha tradicionalmente considerada como fundacional.
Cinco siglos de historia son ya una cifra notable en la vida de una ciudad. Y más notable si, como es el caso, al principio, la historia de La Laguna se confunde, prácticamente, con la historia de Tenerife, y durante cierto tiempo, en alguna medida, con la historia de Canarias. Cinco siglos de historia en la vida de una población que, a pocos años de nacer, y después de haber sido reconocida como ciudad, va recibiendo el título de «Noble», «Leal» y «Fiel y de Ilustre Historia», merecen celebrarse. Y así se está haciendo en La Laguna.
Ahora bien, desde una perspectiva eclesial, sin dejar de alegrarnos, como ciudadanos, por los cinco siglos de nuestra ciudad, y sin dejar de incorporarnos, como ciudadanos, a las celebraciones cívicas, los católicos celebramos también, y con especial relieve, cinco siglos de Evangelización, o dicho de otro modo, cinco siglos de presencia del Evangelio y presencia de la Iglesia entre nosotros. De hecho, es preciso anotarlo, y sin entrar en pequeños detalles, la historia de la ciudad nació en sintonía con la Iglesia y la historia de la Iglesia en esta ciudad nació en sintonía con la ciudad. En tanta sintonía que, desde aquella primera celebración del Corpus Christi, año 1496, en un altar improvisado, bajo un cobertizo de enramada, en el lugar en que, más tarde, se edificaría la primera iglesita parroquial de la isla de Tenerife, la de Ntra. Señora de la Concepción, la historia de la ciudad no se entiende sin la historia de la Iglesia y la historia de la Iglesia no se entiende sin la historia de la ciudad.
Sin espacio para desarrollar esta perspectiva, aludamos sencillamente al hecho de que los primeros Regidores del Concejo, nombrados el 20 de octubre de 1497, lo son «por quanto era necesario al servicio de Dios e de sus Altezas», así como para el bien común de aquellos moradores de la vega de Aguere.
O vayamos, sin más, a los poetas cantores de La Laguna, quienes, quizá como nadie, han sabido leer la profunda relación existente entre la Iglesia y la Ciudad. Es un don Antonio Zerolo el que nos habla de que ...
«se escucha la mística armonía
del órgano, al pasar por Santa Clara,
en la tarde otoñal, lluviosa y fría».
Otro gran cantor de la ciudad, y de sus muchos rincones, Francisco Izquierdo, se asoma a ella cautivado:
«¡Oh, la vieja ciudad de La Laguna
grave y austera, como una plegarial...
Mística, recogida, solitaria;
sombrosa y triste como luz de luna...».
Recordemos, por no extenderme más, a don Manuel Verdugo Bartlett, cuyo poema «San Cristóbal de La Laguna» vale por una tesis doctoral en este sentido y cuyos dos tercetos rezan así:
«En claras noches llenas de suave melancolía,
cuando la luna lo baña todo con su luz fría,
he contemplado la cruz vetusta que hay a tu entrada;
símbolo inhiesto que es algo humano y algo divino:
¡tu propio emblema, tu fe de siglos petrificada
que por ti vela como un fantasma junto al camino!».
La Laguna: cinco siglos de historia, cinco siglos de Evangelización. Es bueno. mirar hacia atrás. Pero no para quedarnos mirando atrás, sino para seguir y progresar en convivencia, justicia, solidaridad, libertad y paz. Y en fe, en fe viva, personalizada, eclesial, abierta a la vocación eterna de cada hombre y comprometida permanentemente con la construcción de la ciudad con especial sensibilidad para los más pobres.
Se entiende, así, el, que la Comisión Eclesial del Quinto Centenario, presidida por el vicario general de la Diócesis, M.I. Sr. D. Mauricio González, se haya marcado como objetivos:
* Recordar el influjo del Evangelio en la historia de La Laguna.
* Hacer presente el Evangelio en este momento.
* Reavivar en el pueblo cristiano la conciencia de la dimensión eclesial de su fe y fomentar la responsabilidad comunitaria.
* Despertar e impulsar el espíritu de fraternidad cris-tiana y de solidaridad con los más necesitados.
* Cooperar con los objetivos del Sínodo Diocesano.
Y se entienden acontecimientos tan importantes, en esta misma dirección, como el Año Jubilar, concedido por S.S. Juan Pablo II en atención al Quinto Centenario y vinculado a la imagen venerable del Santísimo Cristo de La Laguna, que ha hecho su historia con la historia de esta Ciudad, y la Visita de la Virgen de Candelaria, a través de su entrañable y popular imagen, allá para el próximo mes de mayo, cuyo eco, estoy seguro, no será menor que en la su todavía reciente Visita a Santa Cruz.
¡Centenario en La Laguna! Un recuerdo y una mirada hacia atrás. Una llamada y una mirada hacia adelante. En la vida cívica y en la vida eclesial. Con una mirada de esperanza. Desde las raíces cristianas de la ciudad. Y confiados en la savia permanentemente vivificante y humanizadora del Evangelio. Que, como muy bien afirmó el Concilio Vaticano II, «el Evangelio ha sido en la his-toria humana, incluso la temporal, fermento de libertad y de progreso, y continúa ofreciéndose sin cesar como fermento de fraternidad, de unidad y de paz» (AG. 8).
Sin cesar queremos que siga ofreciéndose. A través de todos los que nos confesamos gozosamente cristianos. Para gloria de Dios, para bien de la Iglesia y para bien de esta querida y emblemática ciudad de San Cristóbal de La Laguna.