Lorenzo Santana Rodríguez, investigador histórico
8 Marzo, 2011
El dominico fray Alonso de Espinosa, en su libro sobre la historia y milagros de la Virgen de Candelaria, impreso en el año 1594, relata la llegada a Tenerife de la imagen del Cristo de La Laguna. Cuenta cómo Juan Benítez la compró para el Adelantado D. Alonso Fernández de Lugo hallándose los dos en la ciudad de Barcelona y que después la colocaron en el convento franciscano de La Laguna, de la advocación de “San Miguel de las Victorias”, donde aún hoy se halla (1).
Esta fue la primera versión, y hasta ahora la más autorizada, sobre el origen de la imagen. Los descendientes de Juan Benítez la hicieron suya y la añadieron a la lista de sus méritos en los expedientes de información de nobleza (2). Recientemente se ha abundado a este respecto con el descubrimiento de una de estas informaciones realizada en el año 1661 por un descendiente de Juan Benítez (3), lo que la convierte en la más antigua en que se cita el origen del Cristo de La Laguna. Sin embargo, esta información de nobleza carece de credibilidad en lo que se refiere al origen de la imagen porque, en primer lugar, éstas se hacían para ensalzar los méritos familiares, lo que conllevaba exageraciones e incluso falsedades; y en segundo lugar, que por muy buena voluntad que tuvieran los testigos había transcurrido casi siglo y medio desde los hechos relatados.
Para verificar la versión de fray Alonso de Espinosa el único camino posible es el de estudiar la documentación original del siglo XVI y es ese el camino que vamos a seguir y en el que invitamos al lector a sumergirse.
Si la versión de Espinosa fuese cierta deberíamos hallar algún rastro en los testamentos de los interesados. De D. Alonso Fernández de Lugo, conquistador de La Palma y de Tenerife y Adelantado de Canarias, tenemos su testamento, que otorgó en 1525, año de su fallecimiento, y en el que manda ser enterrado en la capilla mayor del convento franciscano de San Miguel de las Victorias (4). En él no dice nada de la imagen.
De Juan Benítez, que falleció sobre el año 1520 (5) no se conoce el testamento, lo que dificulta esta investigación, pero hemos hallado un documento que arroja luz al respecto. El historiador Viera y Clavijo al hablar del convento franciscano de La Orotava dice que fue fundado en 1519 por el conquistador Bartolomé Benítez de Lugo (6), lo cual sólo es una parte de la verdad. El documento a que nos referimos es una copia legalizada del acta de entrega del convento de La Orotava a los franciscanos, fechada el 10 de agosto de 1519 (7). En ella Bartolomé Benítez, regidor, entrega a los religiosos el monasterio e iglesia que les había edificado (8) y en la misma acta aparece un grupo de vecino de La Orotava, con el regidor Juan Benítez a la cabeza, que aprueban la donación hecha a los franciscanos por Bartolomé Benítez y se comprometen a comprar a Juan de Neda (sic) un solar contiguo para dar más sitio al convento. Así este convento nació como una cofundación en la que Juan Benítez, nuestro Juan Benítez, ocupó un lugar prominente.
De ahí que su sepulcro y el de sus descendientes estuviese en el convento franciscano de La Orotava y no en el de La Laguna. En consonancia con esta preferencia está el hecho de que no haya aparecido hasta hoy ninguna alusión al Cristo de La Laguna hecha por sus descendientes en alguno de sus testamentos o codicilios antes de que fray Alonso de Espinosa escribiese al respecto. Y eso que una de sus nietas, Sor Ana de la Trinidad, fue abadesa de las clarisas de La Laguna cuando éstas se hallaban instaladas en el convento de San Miguel de las Victorias (9).
Llegado a este punto opté por desestimar la versión tradicional por su falta de base documental y comenzar a rastrear en las archivos en busca de alguna pista. Finalmente la hallé y aunque no he podido confirmarla la expongo como una hipótesis con base documental a la espera de que en el futuro algún hallazgo documental aclare definitivamente esta cuestión.
Vamos a hablar de Juan de Wilte, mercader flamenco, cuyo nombre figura en la documentación de la época castellanizado como Juan de Vite. De este mercader ya se ha hecho constar su dedicación al comercio de los vinos canarios (10) y de la que podemos citar como muestra el que en febrero de 1543 Domingo Pérez, vecino de La Rambla, le vendió setenta cascos de vino (11).
Este mercader, hallándose enfermo, otorgó testamento en la ciudad de La Laguna el 30 de octubre de 1543 disponiendo: …que mi cuerpo sea enterrado en el monasterio de San Francisco de esta ciudad de San Cristóbal que es en esta isla de Tenerife en la parte y lugar que mis albaceas quisieren que sea fuera de la reja del altar mayor y arrimado a una de las paredes para que se pueda poner en la pared un retablo…(12)
No dice en el testamento qué imagen deseaba que se pusiera en su retablo. Esta no era una elección superflua pues el retablo vendría a ser su monumento funerario, por lo que debió confiar sus preferencias a sus albaceas, que fueron su criado Filiberto y Juan Estanol, calcetero.
Lo que nos puede orientar al respecto son las misas que mandó celebrar en su patria: Item mando que me digan en la iglesia de Ntra. Señora de Art[en]bur[c]h, que es [en] la villa de Artenburch que es tres leguas de Brujas en Flandes donde yo soy na[tu]ral veinte y cinco misas rezadas las cuales me digan los clérigos de la dicha iglesia de Ntra. Señora de Artenburch; y paguen por las dichas misas lo que se haya de costumbre y con cada misa se den de mis bienes media libra de cera o el valor de ello a los dichos clérigos las cuales me digan en veinte y cinco días cada día una misa.
Item mando que en la villa de Esclusas que es en Flandes tres leguas de Brujas me digan en la iglesia de Ntra. Señora los clérigos de ella cinco misas delante del altar de la Cruz y que paguen por ellas lo acostumbrado.
La identificación de estas dos villas se hace realmente fácil por las indicaciones que hace Juan de Vite. Artenburch, su villa natal, es Aardenburg; y Villa de Esclusas es el antiguo puerto fluvial de Brujas y se llama L’ecluse y también Sluis. Ambas villas están en el sur de Holanda, cerca de la frontera con Bélgica.
Constatamos cómo sus preferencias se decantan por la Virgen María y por la Cruz, por lo que debió pedir una imagen de la Virgen o un crucifijo.
Era soltero y no tenía hijos por lo que nombró heredera universal a su madre Magdalena de Vite y si ésta fuera fallecida a su hermano Lorenzo de Vite.
El 17 de noviembre de 1543, apenas dos semanas después, Filiberto y Juan Estanol otorgaron un poder como albaceas del difunto Juan de Vite (13) lo que prueba que falleció. Además, consta su fallecimiento en el testamento de Baltasar Hernández, vecino de La Rambla, que al testar el 30 de mayo de 1545 dispuso: Item mando que digan por el ánima de Juan de Vite flamenco difunto cinco misas rezadas…(14)
Vamos a detenernos un momento en sus albaceas porque eran ellos los encargados de conseguir el retablo y de colocarlo. Juan Estanol parece que era recién llegado a la isla y ese mismo año de 1543, exactamente el 12 de septiembre, Hernán Báez, cogedor de los diezmos, le dio la dote de su hija Isabel Hernández, con la que había casado (15). En esta escritura consta que era catalán, lo que de todos modos podríamos haber deducido porque firmaba como “Joan Stanyol”. Su nivel económico era desahogado pues en la dote su suegro le dio trescientas doblas en dineros; y él, a su vez, le dio a su esposa otras trescientas doblas en dineros como arras (16).
El nombre completo de Filiberto, el criado de Juan de Vite, era “Filiberto Van Caltabront”, aunque a veces aparece simplemente como Filiberto dado que por aquel entonces era el único con tal nombre en Tenerife.
Sabemos que el 28 de febrero de 1544 se otorgó en La Laguna una carta de obligación a su favor (17); que el 14 de septiembre el mercader Gonzalo Hernández de Mesa se obligó en La Laguna a pagarle 13.078 maravedís por unas mercaderías que le compró (18); que el 26 de septiembre otorgó un finiquito en La Laguna (19); que el 15 de noviembre otorgó en La Laguna otro finiquito (20); que el 28 de noviembre otorgó en San Pedro de Daute un poder a favor del mercader Baltasar de Quilla, vecino de la isla de La Palma (21); y que el 5 de septiembre de 1545 embarcó seis botas de mosto con rumbo a La Palma (22).
Desde esta última referencia, correspondiente al año 1545, no volvemos a tener noticias suyas hasta el primero de febrero de 1549, día en que Juan Estanol y su esposa se obligaron en La Laguna a pagarle dentro de dos años 31.288 maravedís por ropa y mercaderías que les entregó (23). Después de esta fecha no volvemos a saber nada de Filiberto por lo que suponemos que no regresó a la isla.
Juan Estanol desaparece también poco más tarde, pues la última referencia que tenemos sobre él es un poder que otorgó el 14 de octubre de 1550 a favor de su esposa y de su cuñado Juan Báez (24). En 1579 testó en La Laguna Isabel Hernández, mujer de Juan Estanol (25). En su testamento no menciona a su marido, por lo que parece que éste habría fallecido bastante tiempo atrás. En respaldo de esta deducción está el dato de que Isabel Hernández declara tener dos hijos, Juan Estanol, vecino de la isla de Gran Canaria, y Esperanza Estanola, a la que le dio una dote valorada en sólo cuarenta doblas, lo que nos demuestra como había decaído la situación económica de la familia.
A la luz de todo lo expuesto creo que Filiberto trajo de Flandes la imagen del Cristo entre 1543 y 1549 (26). Cuando casi cuarenta años después el Cristo de La Laguna caló en la devoción popular comenzarían los fieles a preguntar quien lo había traído. De Juan de Vite nadie, o casi nadie, se acordaba. Prueba de ello es el testamento otorgado en La Laguna en 1554 por el francés Pedro Francés: Item declaro que un Juan de Vitre(sic) flamenco mercader pagó por mí en la isla de La Palma diez y ocho doblas de oro puede haber doce o trece años, y después acá nunca más lo he visto ni podido encontrarlo pa pagárselas. Mando que se le paguen de mis bienes a él o a sus herederos porque dicen que es fallecido (27). La memoria de Juan de Vite ya se estaba difuminando en 1554, ¡cuánto más en 1582!
Sin embargo, Juan Benítez, como fundador de una de las más ilustres y adineradas familias de la isla, sí que era conocidísimo. Los nombres de pila eran los mismos y los apellidos muy propicios a confundirse al oído. Por ello creo que por una inocente confusión se pasó del “Cristo de Juan de Vite” al “Cristo de Juan Benítez” y más aún porque en Canarias, como es bien sabido, las zetas finales se aspiran y Juan Benítez tiende a pronunciarse como “Juan Benite”.
Recordemos que la tumba de Juan de Vite estaba fuera de la reja del altar mayor, lo que significa que estaba próxima al sepultura del Adelantado D. Alonso Fernández de Lugo, lo que invitaba a relacionarlo con la llegada de la imagen. De este modo la leyenda recogida y expuesta por fray Alonso de Espinosa habría nacido de la forma más natural e inocente. Incluso el detalle de la compra de la imagen en la ciudad de Barcelona podría tener su génesis en el lejano recuerdo de la participación del catalán Juan Estanol.
Hemos insinuado ya, y ahora lo afirmamos rotundamente, que la devoción al Stmo. Cristo de La Laguna no surgió a comienzos del siglo XVI, en vida de los conquistadores de la isla, como hasta ahora se ha dicho, sino que es una devoción tardía que no cuajó hasta 1587. Es cierto que la Esclavitud del Cristo de La Laguna afirmaba en sus constituciones, allá en el año de 1659, que la primitiva cofradía había sido fundada antes del concilio de Trento, lo que daba una fecha de fundación anterior a 1545 (28) y así ha sido recogido por los historiadores. Pero esa fecha no era más que un intento de evitar que el obispo y sus representantes visitasen y examinasen el funcionamiento de la Esclavitud del Cristo porque los obispos sólo podían visitar las cofradías fundadas después del concilio de Trento y no las anteriores. Como luego veremos la primitiva cofradía se fundó entre 1588 y 1589.
Antes de 1582, año de la epidemia de peste que asoló Tenerife, nadie dejó misas al Cristo de La Laguna, ya fuera en los testamentos, codicilios o dotaciones de misas. Este dato es perfectamente verificable, no sólo en los registros notariales, sino también en el archivo del convento. Los frailes franciscanos guardaban copias legalizadas de todas las escrituras en las que se fundaban memorias de misas a celebrar cada año en su iglesia. Las ordenaron por meses y las encuardernaron, conservándose al día de hoy once de estos libros, a falta tan solo del correspondiente al mes de abril (29).
En estos libros se contabilizan treinta y cinco de dichas escrituras anteriores a 1582 y en ninguna de ellas se hace la más mínima alusión a la existencia de un crucificado en el convento. Sirva como expresivo ejemplo Catalina de San Francisco, beata franciscana, quién al testar el 19 de abril de 1580 fundó en San Francisco una memoria de misas a la Encarnación, al Nombre de Jesús y a San Francisco; además de legar, para ornato de los altares, un retablo de la Anunciación, un niño Jesús, una imagen de Santa Clara, manteles y paños de rostro; pero no menciona al Cristo (30).
Entonces, ¿cuál es la mención más antigua referente a esta imagen? Fray Alonso de Espinosa dice que cuando en 1562 fue traída a la ciudad de La Laguna la imagen de la Virgen de Candelaria al llegar ésta a las Montañetas …salió a recibir a la santa imagen el resto de la ciudad, las cruces y clerecía y el santo crucifijo del padre San Francisco (31). Creo que Espinosa se equivoca de fecha, cosa comprensible porque escribe de oídas sin haber consultado documentos originales; y esto se comprueba por el anacronismo de llamarlo “Crucifijo de San Francisco” y no de “Santa Clara”. Me explico.
En 1562 el Cabildo de la isla de Tenerife acordó traer a La Laguna la imagen de la Candelaria, pero no se menciona al Cristo en el acuerdo (32); en cambio sí se menciona en la traída del año 1576. El ocho de marzo del dicho año el Cabildo acordó, a causa de la pertinaz sequía, traer la imagen de la Virgen de Candelaria …y que el Crucifijo de Santa Clara salga el dicho domingo en procesión de esta ciudad a recibir la dicha imagen y para ello se busquen diez y seis hachas para el Regimiento (33) que lleven en la dicha procesión y que las ocho de ellas se lleven a Candelaria para acompañar la dicha imagen y se comete a los Sres. Licenciado Gallinato y Alvaro Vázquez de Nava y Alonso de Llerena y el Licenciado Arguijo para que traten con el guardián de Señor San Francisco y abadesa lo del Crucifijo…(34)
Esta es la mención más antigua que he hallado sobre el Cristo de La Laguna. Aparece como “Crucifijo de Santa Clara” porque en 1545 se acordó que las clarisas se instalasen en el convento de San Miguel de las Victorias (35) mientras que los franciscanos se pasaron al hospital de San Sebastián, en cuyo solar se alza hoy el asilo de ancianos, al otro lado de la Plaza del Cristo. Todavía pasó algún tiempo antes de la llegada de las primeras monjas, procedentes del monasterio de Reginaceli en Sanlúcar de Barrameda. En agosto de 1546 se trabajaba en las obras de acondicionamiento (36). Por fin, el 18 de julio de 1547 encontramos a la comunidad de clarisas instaladas en su nuevo convento (37).
Más tarde los franciscanos reclamaron se les devolviera su antiguo convento, para lo cual lograron un breve del Papa y un decreto del Capítulo general de la Orden franciscana (38), y el 5 de julio de 1576 las clarisas se vieron obligadas a devolver al Cabildo de la isla las rentas del hospital de San Sebastián (39), con lo que finalizaba el pleito y las monjas se apresuraban en construir su nuevo monasterio, en el que aún hoy se hallan. En 1578 se otorgaron los finiquitos por las obras de albañilería (40) y de carpintería (41), lo que indica que el nuevo convento estaba listo para recibir a las monjas; y el 11 de agosto de ese mismo año los franciscanos ya estaban instalados en el convento de San Miguel de las Victorias (42).
De todo esto sacamos en claro que las clarisas estuvieron en el convento de San Miguel de las Victorias entre 1547 y 1576, tiempo éste en que el Cristo de La Laguna estuvo en su iglesia y era por tanto el “Crucifijo de Santa Clara”. Este fue el detalle que Espinosa desconoció por completo.
Aunque el Cristo de La Laguna no recibiera misas en las mandas testamentarias antes de 1582 sí que tuvo cierto culto antes de esa fecha como ya lo prueba el hecho de que el Cabildo lo sacara en procesión en 1576. Un año después, el 13 de febrero de 1577, el portugués Marcos Gil, vecino de la isla de Tenerife, otorgó testamento y él tuvo un recuerdo para la imagen, que muy probablemente había visto salir al encuentro de la Candelaria: Item mando que se dé para hacer un frontal de tafetán para el altar donde esté el santo crucifijo en el monasterio de San Francisco de esta ciudad seis ducados el cual se haga luego después de mi fallecimiento y se ponga en el dicho altar (43).
Tres años después, el 27 de abril de 1580, en el testamento otorgado en La Laguna por Catalina de Baena leemos: …y mandó que se den al convento y monasterio de San Miguel de las Victorias nueve varas de tafetán negro de las que se tejiere en su casa de la seda que tiene pa hacer un velo al Cristo del dicho convento (44).
El 11 de julio de 1582, ya declarada la epidemia de peste, el Cristo vuelve a ser mencionado en las actas del Cabildo de la isla: Otrosí dijeron que atento que en este Cabildo se leyó una petición dado por el padre guardián de Señor San Francisco en que pide cinco varas de tafetán con la hechura de lo que costare un velo para las espaldas de la cruz y atento a que esta ciudad cada el día por su acuerdo acuden a las nueve procesiones que con el santo crucifijo se hace en el dicho convento acordose que los Señores diputados compren las cinco varas de tafetán y hagan hacer el dicho velo y lo den para el dicho santo crucifijo […roto…] guardián del dicho convento y que el ma[yor]domo de este cabildo pague el costo de los propios de este concejo (45).
De esta acta se coligen dos cosas. La primera, que el Cristo procesionaba dentro del convento sin participar, por tanto, en las rogativas que se hacían en las calles por disposición del Cabildo (46). La segunda, que el pobre Cristo no tenía devoto ni devota que le costease la necesaria prenda procesional (la manda de Catalina de Baena no debió de hacerse efectiva).
Acabada la epidemia la ciudad edificó una ermita a San Juan Bautista, a quién se atribuyó el mérito de haber hecho cesar la peste, mientras que el Crucifijo de San Francisco quedó relegado en su convento. En los cinco años siguientes encontramos alguna mención en los testamentos, como en el Dª. Bernardina Espíndola, quién en 1585 manda que le digan nueve misas …en el altar del Crucifijo a la pasión de Ntro. Redentor…(47) Poca cosa ésta y más si notamos que habla del Crucifijo sin darle el tratamiento de “santo” o “santísimo”, que poco después se convertiría en norma no escrita.
No obstante, en ese mismo año de 1585 su influencia como modelo artístico a imitar se hará sentir fuera de la ciudad de La Laguna. El 14 de junio de ese año la cofradía de la Santa Misericordia de La Orotava encargó al imaginero Ruy Díaz que tallase un crucificado y para tal fin se dispuso …ir a la ciudad de San Cristóbal y traer un model[o] de el c[r]ucif[ijo] que está en el convento del Sr.San Francisco y conforme a el fizco m[ás] pequeño que está en el conv[ent]o de San Francisco de este dicho l[ugar] y de cual de ellos pareciere mejor de aquel sembla[n]te… hacerlo (48). Así se hizo, según una anotación en el libro de la cofradía: mas 8 rs. q. me costó una cabalgadura de dos días q. estuvimos el Imagnº y yo en la Ciudad pa. traer un traslado de Cera del Christo de la Ciudad de los frayles francºs (49). Esta imagen, conocida como el Cristo de la Misericordia, se conserva actualmente en la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Concepción de La Orotava y es la prueba palpable de cómo la estética y la gran calidad artística del Cristo de La Laguna impresionaron a las gentes de la época.
Por fin le llegó al Cristo el momento de su triunfo y esto sucedió en el año de gracia de 1587. Dos hechos marcarán el comienzo de la gran devoción popular que ha llegado hasta nuestros días. El primero se verificó el 17 de abril de 1587 cuando el Cabildo de Tenerife acordó hacer rogativas a causa de la plaga de langostas: …y así será necesario que se hagan dos diligencias la principal acudir a Dios Ntro. Señor con plegarias y procesiones y en ellas se saque el Crucifijo que está en San Francisco…se acordó y mandó que se haga la dicha procesión con el Cristo de San Francisco el domingo que viene y se traiga a Ntra. Sra. de los Remedios en la forma que está acordado…y que esté en la dicha iglesia tres días y cada día se le diga una misa cantada con su plegaria y letanías y que se pregone cómo se hace la dicha procesión para que acuda la gente a ella…(50)
Aquí fue cuando el Crucifijo de San Francisco comenzó a centralizar, junto con la Virgen de Candelaria, las rogativas públicas. De tal modo que cuando veinte años más tarde, exactamente el 12 de septiembre de 1607, el convento firme un concierto con los beneficiados de la ciudad para que en cada 14 de septiembre asistan a la fiesta del Cristo y permitan la procesión de éste por las calles de la ciudad, el argumento aducido por ambas partes será el de los milagros obrados en las rogativas: …por cuanto en el dicho convento está una imagen del Santísimo Crucifijo a la cual todas las islas, y particular ésta de Tenerife, tiene grandísima devoción, por haber recibido por su causa grandes mercedes y beneficios de Dios Ntro. Señor cuya figura representa en tiempos que ha habido grandes necesidades de agua, y remedio contra langostas, y otros a[n]imales nocivos a las mieses y en otras mu[ch]as [ne]c[esid]ades [c]om[o a todos] es notorio…(51)
El segundo hecho se debió a la diligencia de los franciscanos quienes obtuvieron del Papa una bula por la cual la capilla mayor del convento de San Miguel de las Victorias tendría las mismas indulgencias que la iglesia de San Juan de Letrán en Roma (52). San Juan de Letrán es la catedral de los Papas y no la basílica de San Pedro, confusión muy extendida hoy en día.
Esta bula, con las indulgencias que llevaba aparejadas caló entre los fieles y de la noche a la mañana el altar del Santo Crucifijo comenzó a acaparar misas de difuntos bajo la denominación de “misa del ánima”. Sirva como ejemplo, que se repetirá hasta la saciedad, el testamento de Cecilia López en 1588: Item mando que se me diga en San Francisco en el altar de Santo Crucifijo una misa rezada que es la misa del ánima…(53)
En otros testamentos se hará constar la relación con la bula papal, como en el de Dª. María de Contreras, fechado el 22 de diciembre de 1587: Item mando que el día de mi enterramiento se me diga una misa rezada en la capilla del monasterio de San Juan de Letrán de esta ciudad de la Orden de San Francisco donde está el Santo Crucifijo por la indulgencia que nuevamente Su Santidad ha concedido…(54) No está de más aclarar que en el castellano antiguo la palabra “nuevamente” equivalía a “recientemente”.
Observamos que hasta el nombre del convento cambió a tenor de la bula, como lo testimonia Blas Núñez, que al testar en La Laguna en 1588 mandó: …que mi cuerpo sea sepultado en la iglesia de Señor San Francisco de esta ciudad que por autoridad apostólica se llama San Juan de Letrán…(55)
De la devoción a la advocación de la catedral papal tenemos una muestra en el testamento otorgado en Candelaria el 11 de abril de 1559 por Dª. Mencía de Espíndola y en el que dejó esta manda: Item mando a la cofradía de Ntra. Sra. de Guadalupe, y a la de Santiago, y a la de San Juan de Letrán a cada una dos reales (56). Esto no significa que existiese en Tenerife una cofradía de San Juan de Letrán, sino que al igual que la cofradía de Guadalupe, que tenía su sede en el monasterio extremeño de la Virgen de Guadalupe, o la de Santiago, que la tenía en el Hospital real de Santiago de Compostela (57), se limitaba al pago de una cuota anual para inscribirse en el censo de la cofradía, lo que daba derecho a las indulgencias anexas.
Por ello resulta extraño que en el primer libro de actas de la Esclavitud del Cristo de La Laguna se encuentre, junto a una copia legalizada de la bula de las indulgencias de San Juan de Letrán, una copia legalizada de otra bula, fechada también en 1587, por la que se concede a la cofradía del Stmo. Cristo la exención de las dos libras de cera que anualmente pagaba a la expresada iglesia de San Juan de Letrán (58). Esta segunda bula resulta sospechosa por no ajustarse a los hechos históricos verificados y las sospechas aumentan al constatar que el padre Quirós habló en 1612 de la bula de las indulgencias pero no mencionó la de las dos libras de cera. Por todo ello, mientras no se busquen y localicen las bulas originales en los archivos del Vaticano creo que debemos estimar por apócrifa esta segunda bula.
El Cabildo de Tenerife ya estaba empeñado en promover el culto al Santo Cristo y así, tras haberlo sacado en 1587 en rogativa, y aprovechando el tirón popular que habían supuesto las indulgencias, dio un paso adelante en la sesión celebrada el 4 de abril de 1588: Otrosí mandaron que para alumbrar el santo crucifijo que está en el monasterio de Señor San Francisco y la imagen de Ntra. Sra. que se han de sacar en procesión el viernes santo de madrugada se hagan una docena de hachas que lleven los señores regidores y se comete a los señores diputados las manden hacer y pa las pagar se venda tanto trigo a doce reales de lo de este concejo y que los caballeros regidores que no llevaren hachas ni al santo crucifijo rijan la procesión (59).
Esta fue la primera procesión del Cristo de La Laguna en la madrugada del Viernes Santo y como se ve no existía aún la cofradía pues además de no ser nombrada son los regidores quienes organizan la procesión. La más antigua noticia que tenemos sobre la cofradía se remonta al 14 de febrero de 1589 y la hallamos en el testamento de Juan Freile, labrador: Item mando que me acompañen el día de mi enterramiento los hermanos de la cofradía de el Santísimo Crucifijo que está instituida en el convento de San Francisco de esta ciudad por cuanto soy cofrade de la dicha cofradía y están obligados los hermanos a venir a mi entierro y acompañarme con la cera de la dicha cofradía (60).
La expresión “cera” se refiere a las velas que debían portar procesionalmente los cofrades en el cortejo fúnebre. Aparte de ésta tenía la cofradía otra obligación hacia sus difuntos y era, cómo no, la de ofrecer la misa del ánima por ellos. Así lo hace notar Clara Núñez al testar en 1598: Item mando que por cuanto yo soy cofrada de la cofradía del Santísimo Cristo que está en San Francisco de esta ciudad mando que me acompañe la cera y se me diga la misa cantada por mi ánima que se suele y acostumbra decir por los tales cofrades…(61)
La devoción al Cristo de La Laguna se extendió inmediatamente a toda la isla y de los más lejanos pueblos venían en romería a su iglesia. Así encontramos que Francisca Rodríguez, vecina del Realejo, al testar en 1590 dejó dispuesto: Item digo que yo soy cofrada de la cofradía del Cristo y de entrada di dos reales a Francisco Gil que tenía cargo de cobrar la limosna de ella en estos pueblos y después acá que se instituyó esta cofradía no he pagado la limosna y yo tengo prometido de hacer y cumplir una romería al dicho Cristo en su iglesia y no lo he hecho por mis indisposiciones mando que mi hija María González la cumpla por mí y me mande decir una misa rezada al propio Cristo que tenga mérito con mi alma. Y que así mismo se pague la limosna que se debiere de los años que no he pagado y se pidan los dos reales que así he dado al dicho Francisco Gil cuando no diere claricia que los haya dado al prioste que a la sazón era que es Bernardino Madrigal y así lo aclaro (62).
Hasta de Buenavista venían los romeros, como vemos reflejado en el testamento otorgado en 1607 por Ángela Pérez, vecina del dicho lugar: Item d[ec]laro que yo prometí una ro[mería] de ir al Santo Crucifijo que está en el con[vento del] seráfico Padre San Francisco en la ciudad de esta isl[a] y de mandarle decir una misa rezada. Mando que Juan Delgado mi marido vaya a cumplir l[a] dicha romería y en caso que no pueda ir en plosª? mande persona que la cumpla a s[u] costa y mande decir la dicha misa y se pague de mis bienes (63).
El primero de abril de 1591 el Cabildo de la isla volvió a tratar de la procesión del Cristo: La justicia y regimiento mandaron se hagan doce hachas de cera para que alumbren las dos procesiones de el Cristo y la Soledad de Ntra. Sra. y se den seis para cada una atento la poca posibilidad de las dos cofradías y que son nuevas y lo que sobrare de ellas se vuelva a su dueño si tanto menos se les pague y lo hagan hacer así los señores diputados a quien se comete (64). El Cabildo se refiere a la cofradía del Santo Cristo como “nueva”, lo que significa, en el contexto del castellano antiguo, que era recién fundada.
Constatamos que nace a la par de otra cofradía, la de la Virgen de la Soledad, también auspiciada por el Cabildo. En el acta del Cabildo del 23 de marzo de 1592, es decir, al año siguiente, vemos con más claridad esta relación: La justicia y regimiento dijeron que pa alumbrar el santo crucifijo en las dos procesiones que se hacen el viernes santo que salen de San Francisco a la mañana y de Santo Domingo a la tarde se hagan doce hachas de a tres libras cada una pa que lleven el regimiento como se suele y acostumbra hacer…(65)
De estas actas se desprende que el Cristo de La Laguna salía de San Francisco en la madrugada del Viernes Santo, como aún hoy lo sigue haciendo, pero que además salía por la tarde del convento de Santo Domingo acompañado por la Virgen de la Soledad y la cofradía titular de ésta. La cofradía de la Soledad, que había comenzado su andadura con tal fuerza, se extinguió entre 1618 y 1625 y la Virgen de la Soledad comenzó por aquellos años a procesionar con el Cristo Difunto del convento dominico, por lo que el Cristo de La Laguna dejó de salir en la tarde del Viernes Santo (66).
Esta imagen de la Virgen de la Soledad, compañera del Cristo de La Laguna en aquellas primeras e inolvidables apariciones en la Semana Santa, es la misma que actualmente se halla en la iglesia de Santo Domingo de La Laguna y es titular de la Sección Penitencial de la Venerable Hermandad del Santísimo Rosario. A esta conclusión se llegó durante el proceso de restauración de esta imagen, realizado en el taller de Pablo Amador en 1998. Se descubrió que el rostro que hoy presenta la efigie fue retallado sobre otro mucho más antiguo. De la primitiva imagen se conserva la parte posterior de la cabeza y las orejas, además de la policromía, que permanece subyacente en ciertos puntos del rostro que hoy vemos (67).
La otra procesión, la del 14 de septiembre, se hacía hasta 1607 en este modo: …se acostumbra celebrar fiesta cada un año el día de la exaltación de la Cruz que es a catorce de septiembre y a hacer procesión sacando la sacratísima imagen del Santo Crucifijo con otras imágenes e insignias y cruz del convento y cera de la cofradía, que en honor suyo está instituida en el dicho convento la cual procesión saliendo por la puerta de la iglesia da una vuelta hacia la ciudad por el ejido (68) sin entrar en la dicha ciudad…(69) A partir de esa fecha comenzó a procesionar por las calles laguneras y no lo ha dejado de hacer hasta hoy.
En aquel entonces el Cristo de La Laguna era acompañado por una imagen de la Virgen, al igual que el Viernes Santo. Esto nos consta por un codicilio que Dª. Juana de Nava otorgó el 7 de diciembre de 1618: Item mando que una saya y ropilla que tengo de terciopelo y jubón de risillo todo negro se le dé a Ntra. Sra. de las Angustias del convento de San Francisco de esta ciudad para que salga con ella en la procesión de la exaltación de la Cruz que se hace en el dicho convento a catorce de septiembre de cada un año la cual dicha ropa ha de obrar en poder del dicho coronel mi marido por todos los días de su vida después de los cuales en el estado que estuviere se entregue a los mayordomos de la cofradía del Santo Cristo para que la tengan y sirva de lo dicho (70).
Dª. Juana de Nava era esposa del Coronel Cristóbal Trujillo de la Coba, regidor de Tenerife, de quién el padre Quirós relata cuatro milagros que le hizo el Stmo. Cristo de La Laguna: uno que le hizo cuando era prioste mayor de la cofradía aumentando la cal necesaria para acabar la capilla mayor (71); otro sanándole a un sobrino (72); y curándole a dos esclavos (73). Con todos estos favores se fortaleció la devoción del matrimonio al Santo Cristo pero sin separarla de la que profesaban a la Virgen María, cuya presencia completaba las apariciones públicas del Cristo de La Laguna.
SIGLAS:
AHD: Archivo Histórico Diocesano de Tenerife.
AHM: Archivo Histórico Municipal de La Laguna.
AHP: Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife.
PN: Protocolo notarial.
na: numeración arábiga.
(1)Fray Alonso de Espinosa, Del origen y milagros de la santa imagen de nuestra Señora de Candelaria, que apareció en la isla de Tenerife, con la descripción de esta isla, Sevilla, 1594, libro 2º, capítulo 15.
(2)Nobiliario de Canarias, tomo I, 1952, pág. 222-223.
(3)Francisco J. Galante Gómez, El Cristo de La Laguna. Un asesinato, una escultura y un grabado, 1999, pág. 157-232.
(4)Publicado por: Leopoldo de la Rosa Olivera y Elías Serra Ráfols, El Adelantado D. Alonso de Lugo y su residencia por Lope de Sosa, 1949, col. Fontes Rerum Canariarum, vol.3, pág. 179-184.
(5)Nobiliario de Canarias, tomo I, 1952, pág. 222.
(6)José de Viera y Clavijo, Noticias de la Historia General de las Islas de Canaria, Madrid, 1783, tomo 4º, libro 18 , capítulo 10.
(7)AHD, fondo Conventos, caja 26, documento 4, fol. […roto…](está hacia la mitad del expediente).
(8)Al día siguiente se hizo el inventario: ibídem.
(9)En 1568 Ana de la Trinidad, abadesa del convento de Santa Clara de La Laguna y las demás monjas otorgaron poder al regidor Cristóbal de Ponte …para que en nombre de este dicho convento, como heredero que es de Inés Benítez de las Cuevas, difunta que Dios haya madre de mí la dicha abadesa y de Francisca de Jesús monjas profesas de este dicho convento… las representara en la partición de bienes de la dicha Inés Benítez: AHP, escribanía de Juan de Ponte, PN 2219, fol.74. Inés Benítez de las Cuevas, que casó con el bachiller Alonso de Belmonte, era hija de Juan Benítez: Nobiliario de Canarias, tomo I, 1952, pág. 223-225. El Nobiliario de Canarias dice, refiriéndose a estas dos hijas de Inés Benítez, que Ana de la Trinidad fue beata profesa en Garachico y que Francisca casó dos veces, pero no menciona que fueron monjas clarisas: tomo I, 1952, pág.226.
(10)Pedro-Miguel Martínez Galindo, La vid y el vino en Tenerife durante la primera mitad del siglo XVI, 1998, pág. 752-753.
(11)AHP, escribanía de Bartolomé Joven, PN 213-A, fol.45 v.
(12)AHP, escribanía de Juan de Anchieta, PN 413, fol. […roto…].
(13)AHP, escribanía de Bartolomé Joven, PN 213-B, fol.835. Este documento está muy deteriorado y el nombre del difunto esta incompleto y sólo aparece Juan de […roto…]. El apellido Vite lo deduzco por los albaceas.
(14) AHP, escribanía de Juan Vizcaíno, PN 3367, fol.115 na.
(15) AHP, escribanía de Bartolomé Joven, PN 213-A, fol.454.
(16) Ibídem, fol.455.
(17) Ibídem, PN 214, fol. 38.
(18) AHP, escribanía de Luis Méndez, PN 28, fol.619.
(19) AHP, escribanía de Bartolomé Joven, PN 214, fol.38.
(20) AHP, escribanía de Luis Méndez, PN 28, fol.619.
(21) AHP, escribanía de Antón Martín, PN 2204, fol.446 v.na.
(22) Ibídem, PN 2205, fol.53 v.na.
(23) AHP, escribanía de Francisco de Rojas, PN 770, fol.14 v.
(24) AHP, escribanía de Juan del Castillo, PN 634, fol.495.
(25) AHP, escribanía de Lucas Rodríguez Sarmiento, PN 661, fol.692 v.
(26) Recientemente se ha intentado leer la fecha de ejecución de la imagen en las letras que adornan el paño de pureza: Francisco J. Galante Gómez, op.cit., pág. 98. Concretamente, en la sucesión de letras VXIIII se ha leído el año “1514”. Creo que es incorrecta tal lectura epigráfica.
(27) AHP, escribanía de Gaspar Justiniano, PN 897, fol.1186 v.
(28) Buenaventura Bonnet y Reverón, El Santísimo Cristo de La Laguna y su culto, 1ª edición en 1950, reimpresión en 1985, pág. 136-137.
(29) AHP, Conventos del 1908 al 1918.
(30) AHP, Conventos 1908, fol.43.
(31) Fray Alonso de Espinosa, op.cit., libro 4º, milagro 24.
(32) AHM, oficio 2º, libro 1º, fol.220.
(33) “Regimiento” se refiere al conjunto de los regidores.
(34) AHM, oficio 1º, libro 14, fol.109 v. Hay un acta casi idéntica en: AHM, oficio 2º, libro 2º (II), fol.446.
(35) AHP, escribanía de Francisco de Rojas, PN 767, fol.211.
(36) En esas fechas se estaba acomodando la iglesia para las clarisas: AHP, escribanía de Bartolomé Joven, PN 215, fol.430.
(37) Ese día nombraron mayordomo y síndico del convento al comendador Pero García: AHP, escribanía de Gaspar Justiniano, PN 883, fol.900 v.
(38) AHP, escribanía de Juan del Castillo, PN 657, fol.260.
(39) AHP, escribanía de Alonso Cabrera de Rojas, PN 791, fol.29 del año 1576.
(40) AHP, escribanía de Gaspar Navarro, PN 1052, fol.77.
(41 )Ibídem, fol.78 v.
(42) Ese día nombraron a Martín Cabeza como síndico: AHP, escribanía de Rodrigo de Mesa, PN 51, fol.220.
(43) AHP, escribanía de Francisco Márquez, PN 447, fol.187 v.
(44) AHP, escribanía de Juan Núñez Jaimes, PN 242, fol.272.
(45) AHM, oficio 2º, libro 3º, fol.169 v.-170.
(46) Ibídem, fol.163 v.
(47) AHP, Conventos 1910, fol.21 v.
(48) AHP, escribanía de Juan Benítez Suazo, PN 2970, fol. […roto…].
(49) Manuel Ángel Alloza Moreno y Manuel Rodríguez Mesa, Misericordia de la Vera Cruz en el Beneficio de Taoro, desde el siglo XVI, 1984, pág. 272-273.
(50) AHM, oficio 2º, libro 3º, fol.387. Hay otra acta de la misma sesión en: AHM, oficio 1º, libro 17, fol.16 v.
(51) AHP, escribanía de Lope de Mesa, PN 1230, fol.[…roto…]. Existe una copia legalizada: AHP, Conventos 1911, fol.166. Dicha copia está fechada el día dos, lo cual es un error del copista.
(52) Este hecho fue ya reseñado en 1612 por el P. Fray Luis de Quirós en su obra sobre el Cristo de La Laguna, reimpresa en 1988 bajo el título Milagros del Stmo. Cristo de La Laguna, pág. 465-466.
(53) AHP, escribanía de Bernardino de Madrigal, PN 1512, fol.304-304 v.
(54) AHP, escribanía de Juan Núñez Jaimes, PN 247, fol.250 v.
(55) AHP, escribanía de Bernardino de Madrigal, PN 1512, fol.592.
(56) El testamento se otorgó cerrado ante el escribano público Juan de Azoca y se abrió ante el mismo el 19 de mayo siguiente, pero no he hallado el original sino que he consultado una copia legalizada: AHP, Conventos 1908, fol.15 v.
(57) Cfr. José María Fernández Catón, El Archivo del Hospital de los Reyes Católicos de Santiago de Compostela. Inventario de Fondos, 1972.
(58) Buenaventura Bonnet y Reverón, op.cit., pág. 54, cita a pie de página.
(59) AHM, oficio 1º, libro 17, fol.101.
(60) AHP, escribanía de Lucas Rodríguez Sarmiento, PN 671, fol.182. Este es el mismo Juan Freile, casado con Tomasina Merina, del que refiere el P. Quirós que en 1609 un hijo suyo sanó milagrosamente en dos ocasiones al contacto con uno de los velos del Santo Cristo: op.cit., pág. 414-416.
(61) AHP, escribanía de Bernardino de Madrigal, PN 1522, fol.412.
(62) AHP, escribanía de Francisco Gil, PN 3399, fol.108.
(63) AHP, escribanía de Martín de Palenzuela, PN 3656, fol […roto…](está fechado el 21 de junio).
(64)AHM, oficio 1º, libro 17, fol.295.
(65) Ibídem, fol.357.
(66) Lorenzo Santana Rodríguez, “Un ecce-homo de bulto en su arca: El Cristo Difunto de La Laguna. Estudio histórico”, La muerte y entierro de Cristo Nuestro Señor y la cofradía de la Misericordia, 2000, pág. 96-103.
(67) Ibídem, pág.110.
(68) Campo común de todos los vecinos de un pueblo, lindante con él, que no se labra, y donde suelen reunirse los ganados o establecerse las eras (Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española).
(69) Consta así en la escritura de concierto, a que ya nos hemos referido, entre el convento y los beneficiados. En un artículo que publiqué sobre esta materia (“El origen de la devoción al Santísimo Cristo de La Laguna”, suplemento Vivir en Canarias del diario EL MUNDO de 9 de julio de 1999, pág. XI-XIV) afirmé, basándome en esta escritura de concierto, que hasta 1607 la procesión se hacía no más que hasta la placita que se abría ante el portal del convento, conocida como “compás del convento”, lo cual constituye un error por el que ahora pido disculpas.
(70) AHP, escribanía de Luis García Izquierdo, PN 1192, fol.341.
(71) Op.cit, pág. 259-260.
(72) Op.cit., pág. 288-289.
(73) Op.cit., pág. 323-324 y 386-387.