El Ayuntamiento de La Laguna ha recuperado los milagros del Cristo lagunero, al tener la feliz y loable iniciativa de reeditar el ibro del Padre Fray Luis de Quirós, editado por primera vez en 1612 en Zaragoza.

La obra será presentada a principios de septiembre, a las 8,30 de la tarde, en el Salón de Sesiones de las Casas Consistoriales. El acto estubo a cargo del ilustre historiador Enrique Roméu Palazuelos, Conde de Barbate, el cual ha prologado el libro. De sus palabras  resaltamos lo siguiente:

«Estamos, querido lector ante un libro de historia y de sucesos maravillosos. Una obra que es un constante credo o símbolo de fe, en la cual la devoción de un hombre entusiasta nos refiere, con sencillez y amor, varios hechos extraordinarios, cuya explicación sobrepasa nuestro poder de comprensión natural, y también relata episodios ciertos que conocemos bien.

El Padre Quirós certifica cada uno de los milagros, a veces dos o más en un mismo capítulo, que afianzan la devoción de La Laguna y de la Isla concedidas a su Cristo crucificado. Y en cada uno está el detalle que lo hace auténtico: la fecha, el lugar, la enfermedad sanada o el peligro conjurado».

El 3 de agosto de 1609, en La Laguna, el doctor Gaspar Hernández del Castillo, provincial, juez, oficial y vicario general, visitador y gobernador del Obispado de Canaria, por el obispo Francisco de Sosa del Consejo del Rey nuestro señor, después  del oportuno análisis y vistos  los diferentes autos, consideró  "el Crucifijo que está situado en el altar mayor de la capilla principal del convento de San Miguel de las Victorias de esta ciudad, por Imagen santa y milagrosa, y por tal mandaba y mandó se venere y respete; y por verdaderos legítimos milagros, que están probados y obrados por la dicha imagen del Cristo crucificado, a quien representa», aborda las sagradas imágenes, los milagros y origen del Cristo de La Laguna y las indulgencias concedidas a su capilla. Al redactar esta parte, a la que dedica 304 páginas, el Padre Quirós hace las siguientes preguntas:

«¿A quién no avivará la fe, levantará la esperanza, encenderá la caridad y moverá a compasión? ¿Qué pecho habrá o corazón de piedra, aunque sea más duro que un diamante, que poniendo los ojos en esta tu preciosa imagen no se encienda luego en fuego de caridad, y se ponga más blando que una cera? ¿A quién no le vantará la esperanza, viendo allí tan al vivo lo que el Redentor pasó por nosotros?». 

Todo el que no tenga respuestas a estas preguntas, podrá encontrarlas en esta obra de gran importancia para el mejor conocimiento del acontecer histórico-religioso, en este caso de la imagen más representativa del fervor lagunero.

El Padre Quirós destaca muchas cosas de la imagen del Cristo lagunero, como el hecho de que «ninguno se pondrá a mirarla con respeto y reverencia, que por una parte no le cause grima y espanto, y por otra le mueva a gran devoción. Testigo soy de vista, que mirando diversas veces con atención y devoción a esta imagen, se aprieta el corazón, tiemblan los miembros y se erizan los cabellos». Pero hay una cosa a la que da más importancia Luis de Quirós que sucede al admirar el Cristo: las almas son estimuladas a dolerse de sus pecados y a tener propósito de no ofender a Dios.

En la primera parte de la obra, se da una breve relación de los primeros predicadores de la fe en las Islas Canarias, de los conventos de San Francisco que hay en ellas y de algunas personas religiosas que han vivido en dichos monasterios, notables en santidad y virtud. Un total de 172 páginas se dedican a este apartado ilustrado con fotos antiguas del trono del Cristo, viejo convento, estandarte del Crucificado, plaza de San Francisco y portales del Santuario.

La segunda parte del libro expone los milagros del Cristo, acompañados de láminas de la Venerada Imagen en el pasado lagunero, concretamente bajo el templete, en la procesión de madrugada, saliendo del Santuario, en la plaza cuando era de tierra., en la Catedral en Semana Santa y junto a su fuente de la plaza de San Francisco.

El Padre Quirós da a conocer que el Cristo lagunero mide ocho palmos y cinco dedos desde los pies a la cabeza y ocho palmos de mano a mano. «Tiene más otra propiedad, que no la he visto en otros santos crucifijos que cuanto más cerca y a lo claro le miran, parece más perfecto y se ve en él muchas cosas que provocan mayor devoción, las cuales no se perciben de lejos".

Recomendamos a todos los devotos del Crucificado moreno la lectura de este libro que, en formato de bolsillo, da a conocer muchas curiosidades. En estas fiestas, el Ayuntamiento de La Laguna, con amor a la tradición, alumbra el corazón de los laguneros entregándoles, en cuidada edición, una obra que, como bien dice Enrique Roméu Palazuelos, no dudamos que sea el credo o símbolo de fe de la ciudad de La Laguna.