El periódico EL DÍA ha localizado al nieto del capitán que dirigió la batería de artilleros del Cristo, unidad que prometió que si regresaban todos sus componentes vivos de la guerra en África, como así sucedió, acompañarían a su querida imagen durante toda la vida. Este oficial se llamaba Salvador Iglesias.
El nieto de este singular personaje es el director de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, Andrés de Souza Iglesias, que todavía conserva material fotográfico y documental inédito de aquella guerra del siglo pasado.
Andrés de Souza señala que, después de una muy dura campaña en Marruecos, la Batería de Montaña de Tenerife veía emocionada los roques de Anaga el día 17 de octubre de 1922. Habían pasado 393 días desde aquella madrugada del 14 de septiembre de 1921 en que la tropa formó para despedirse delante del Cristo de La Laguna, en la plaza de su nombre.
"La terrible derrota -prosigue Souza- de los españoles en el desastre de Anual, infligida por los rebeldes encabezados por Abd-el Krim, hizo necesario el envío de fuerzas procedentes de Canarias para participar en aquella impopular guerra y contribuir a la pacificación del territorio marroquí. La especial preparación y características de las maniobras que realizaba la Batería de Montaña tinerfeña hacía a ésta idónea para la misión que le fue encomendada".
Partieron 183 hombres a los que se sumaron, en febrero de 1922, otros 66, al mando del entonces capitán Salvador Iglesias Domínguez, secundado por sus tenientes, Sebastián Martín-Neda Díaz-Llanos, Juan Coll Mas, Alejandro Jaen y José Carbonell Marco, los que partieron de la plaza del Cristo de la Laguna, el día de su celebración a las seis de la madrugada de 1921. Esta unidad formaba, nuevamente el 17 de octubre de 1922, inexplicablemente sin baja alguna, ante la misma imagen del Cristo que nuevamente fue sacado de su Santuario, esta vez para recibirlos.
Los 17 combates.- La Batería lagunera participó en 17 combates y numerosas acciones de guerra, siendo especialmente digna de destacar la batalla de Feddan-Yebel que, iniciada a las tres de la madrugada, finaliza con la toma de la posición y el regreso al campamento de Mexeráh a las 9 de la noche, jornada durísima en la que tuvo que acudir a primera línea de fuego el general José Sanjurjo para infundir ánimo a las castigadas tropas. Asimismo, fue decisiva su participación en la toma de las posiciones de Gonas, Adro y Afenín, siendo el capitán Iglesias citado como distinguido en la Orden General del Ejército el día 22 de diciembre de 1921, por la eficacia frente al enemigo.
Tratándose de dos centenares de hombres, siempre juntos, equipados con abultadas piezas y pertrechos y con alrededor de 50 caballos y mulos, formando así un blanco definido y claro para la puntería enemiga, resulta extraordinario que la batería no haya sufrido ni un solo muerto. Acontecimiento más singular si se tiene en cuenta que el 1º de Artillería de Montaña de Barcelona, que disparaba junto a la de Tenerife, acusó numerosas pérdidas humanas.
El 29 de junio de 1922, se dan por finalizadas las operaciones de pacificación, después de haber tomado Tazarot, cuartel general del célebre Xerif el Rusuni y reducido éste a la franja de las cumbres de Buhasen.
La Batería de Tenerife, como sigue contando Sousa, "había recorrido, durante la campaña y en condiciones extremas, 900 kilómetros en plan de operaciones, llegando a la tremenda cifra de 1.500 kilómetros si se suman la conducción de convoyes y marchas de entrenamiento. Se libró prodigiosamente de una emboscada en el collado de Afernun, el 22 de diciembre de 1921, en la que cayeron gran parte de las fuerzas españolas y tuvo la fortuna de no sufrir bajas cuando por orden del mando tuvo que adoptar nuevas posiciones, atravesando terreno batido por el fuego de la jarka, en los combates del 28 de abril, 7 de mayo y 26 de junio del año 1922".
El feliz regreso.- El momento del regreso, a bordo el vapor "Atlante" y con sólo tres bajas, si bien debidas a causas ajenas a los combates, lo describe con gran expresividad el suegro del capitán Iglesias, Ramón de Ascanio León-Huerta, en su libro dedicado a las acciones de esta batería en la guerra de África, tomando como referencia las cartas de su yerno y sus testimonios orales, que dicen: "Amaneció el 17. Todos sobre cubierta mirábamos Tenerife, que se perfilaba en el horizonte. Ya se dibujan los roques de Anaga, ya se ven los valle y caseríos. Un nuevo avance y estamos en la bahía... en el puerto... junto al muelle. ¡Qué gentío¡ El muelle bajo y alto está cubierto. Las músicas suenan, los niños de las escuelas agitan sus banderas, las autoridades se acercan. Ahora nosotros. ¡cómo, a imitación del general romano la abrazaría¡ diciendo ¡no te me escaparás¡ Cumplidos estos anhelos del alma, satisfechas las ansias que nos devoraban nos pusimos en marcha. Ésta fue triunfal, los aplausos y los vivas nos acompañaron durante todo el trayecto hasta el cuartel.
Por la tarde, a La Laguna. ¡Cuánto suspirábamos todos por ver, aunque de lejos, las torres de la ciudad, el humilde campanario del templo del Santo Cristo, los pórticos de nuestra casa¡
¡Oh, momento en que nuestros ojos se fijan en los del Cristo¡ Nuestras rodillas se doblan, ¡Y le adoramos¡ ¡Y le bendecImos¡ Y desde lo íntimo del corazón le damos rendidas gracias¡"
Domingo García Barubuzano,2009.
El 14 de septiembre de mil novecientos veintiuno salimos de La Laguna para los campos morunos. |
Al defender la bandera quiero ser buen español. Adiós mi patria querida, madre de mi corazón. |
Gritaban de todas partes, ¡que vivan los artilleros! Con espléndido banquete que nos dio el club tinerfeño. |
Qué batería es aquella, que viene por aquel cerro. Primero de Tenerife, que viene rompiendo fuego. |
Fecha que no olvidaré. Cuando salí de mi tierra dejé a mis seres queridos para marchar a la guerra. |
A las cuatro de la tarde subimos las escaleras del vapor, que se encontraba todo lleno de banderas. |
Qué batería es aquella, que viene con dos cañones. Primero de Tenerife y después de operaciones. |
Si me quieres escribir te diré mi paradero: Campamento de Melilla, primera línea de fuego. |