El obispo de la Diócesis Nivariense, Bernardo Álvarez, ha agradecido al Cabildo su compromiso con la recuperación de bienes eclesiásticos, y más concretamente, “del retablo más importante con el que cuenta nuestra provincia”, cuya financiación, 159.000 euros, procede de la institución insular, fruto de un convenio rubricado con la entidad eclesiástica.
El presidente de la institución insular, Pedro Martín, ha asegurado que el resultado del trabajo minucioso y exquisito realizado en el altar dedicado a Nuestra Señora de los Remedios devuelve a la ciudad y a la isla esta obra, de principios del siglo XVIII, realizada por el artista Antonio Francisco de Orta.
La restauradora, Candelaria García, ha asegurado que el trabajo realizado ha sido “el reto más importante que he afrontado en mi extensa carrera”, y que el objetivo prioritario ha sido el de conservar al máximo la obra original, intentando mantener sus valores funcionales, artísticos, estéticos e históricos.
El Obispado de Tenerife y el Cabildo han presentado este miércoles el resultado de la restauración del retablo de Nuestra Señora de los Remedios de la Catedral de La Laguna, después de meses de trabajo.
El retablo de los Remedios, el mayor de Canarias, ha sido restaurado bajo las ideas básicas de respetar al máximo la obra original y de anteponer la conservación sobre la propia restauración, dado que fue encontrado en un estado bastante grave, mayor de lo que aparentaba, sobre todo por la acción humana.
Así lo ha declarado este miércoles en rueda de prensa la restauradora Candelaria García, acompañada por el obispo de la Diócesis Nivariense, Bernardo Álvarez, el presidente del Cabildo de Tenerife, Pedro Martín, el alcalde de La Laguna, Luis Yeray Gutiérrez y el director Insular de Planificación del Territorio y Patrimonio del Cabildo Insular de Tenerife, Emilio Fariña Padilla.
El retablo fue creado por el lagunero Antonio Francisco de Orta en 1715, aunque 46 años después finalizó el dorado de la estructura, de estilo rococó y cuya técnica de ejecución fue en madera de cedro para las tallas y de tea para las estructuras, todo tallado, dorado y policromado.
Antes de la intervención del retablo, ha contado Candelaria García, se realizaron estudios físico-químicos y fotográficos con vistas a determinar el estado inicial de la obra, así como mapas de deterioro o fotografías de fluorescencia ultravioleta, que informan sobre los barnices y retintes aplicados a lo largo del tiempo, entre otros medios.
Todas estas aplicaciones determinaron que el estado de conservación del retablo era “bastante grave”, “muchísimo mayor” del que aparentaba exteriormente, y cuya causa principal estriba en la intervención humana a lo largo de toda su historia.
La restauradora, de hecho, ha destacado distintos periodos críticos en la conservación del retablo, como cuando presidía de forma plena la parroquia de los Remedios, las reformas que se produjeron en aquel presbiterio y que achicaron el espacio para el retablo, o la construcción en la actual Catedral de la capilla que obligó a desmontar de nuevo el presbiterio.
Todo ello supuso una serie de transformaciones y debilitamientos de las estructuras, sustituciones de riostras y vigas hechas con maderas de peor calidad que actualmente se encontraban “absolutamente deterioradas” por el ataque de insectos y de la humedad.
Y también, ha añadido García, las obras de rehabilitación en la Catedral, que duraron 12 años (2002 y 2014), obligaron al retablo a permanecer en unas condiciones ambientales “no adecuadas”, como problemas graves de humedad que ocasionan que las colas que unen las piezas de las tallas se degraden, cristalicen y finalmente las haga caer, provocando asimismo que los clavos originales de forja se oxiden o que los estratos de dorado se disgreguen y terminen por caer.
“Teníamos importantísimas pérdidas de soporte; había piezas realmente grandes, como cornisas, molduras o brazos de ángeles, que ya habían caído; las columnas presentaban pérdidas muy notorias; y muchas de las piezas estaban colocadas de cualquier modo por los bajos del retablo”, ha lamentado García.
Además, encontraron igualmente grietas, retintes de purpurina y pinturas de muy mala calidad, cableado eléctrico inadecuado y, sobre todo, mucha suciedad y muchos escombros.
García ha desgranado detalle tras detalle los tratamientos realizados por un equipo compuesto por un pintor, un ebanista y un escultor, así como un equipo multidisciplinar entre miembros de laboratorio, fotógrafos o historiadores del arte.
Las “maravillosas” tablas flamencas, ha dicho Candelaria García, no se intervinieron porque ya fueron restauradas en 1973 y se mantienen en muy buen estado, aunque se les limpió el polvo y se restauraron los marcos.
Eliminaron todos los elementos no originales del retablo que se encontraban deteriorados, reforzaron la estructura interna durante los primeros meses y anclaron las vigas y riostras, unos trabajos que luego “no se ven”, pero que significan “la salud y la vida” de la propia pieza.
Limpiaron, asimismo, la trasera del retablo, eliminaron los escombros, y aplicaron un tratamiento contra insectos, consolidaron las maderas originales y ensamblaron y reubicaron las piezas caídas en sus lugares originales.
Fijaron y salvaron todo el material posible de los estratos dorados, y luego limpiaron las policromías y barnices deteriorados, y cubrieron toda la obra con una capa de protección, y trabajaron en la hornacina y en su piso, y la parte de atrás del muro recibió trabajos de albañilería.
El presidente del Cabildo insular, Pedro Martín, ha asegurado que, con esta restauración, que ha supuesto una inversión por parte de la institución de casi 159.000 euros, “debemos estar orgullosos y orgullosas de la apuesta que debemos realizar las administraciones públicas para conservar recursos culturales como éste, digno de poder ser contemplado, tanto por las personas que nos visitan, interesadas por el rico patrimonio del que dispone la isla, pero también por nuestra población local”.
El obispo de la Diócesis Nivariense, Bernardo Álvarez, ha expresado, por su parte, la gratitud hacia el Cabildo de Tenerife por hacer posible la restauración de esta obra, ubicada en la Catedral de La Laguna, sede de nuestra diócesis”. Y añadió que “este acto transciende a este templo, pero también al municipio y a la isla, porque se trata de una obra de la que tenemos que estar orgullosos”.
El alcalde de La Laguna, Luis Yeray Gutiérrez, afirmó que la recuperación del retablo “crea un valor añadido a esta ciudad y agradeció el cariño con el que la restauradora ha tratado la labor que ha desempañado junto a su equipo”. Expuso que “quienes estamos al frente de las instituciones tenemos un compromiso para que no se olvide nuestra historia, nuestra cultura, y nuestro patrimonio. Fruto de ese compromiso y de la colaboración entre administraciones.
Por su parte, el director Insular de Planificación del Territorio y Patrimonio del Cabildo Insular de Tenerife, Emilio Fariña Padilla expresó que esta restauración se ha realizado de una forma excepcional y exquisita. “A través del convenio suscrito entre el Obispado de Tenerife y el Cabildo para el periodo 2016-2020, esta actuación cobra una enorme relevancia para nosotros. Estamos ante el retablo barroco de mayores dimensiones de Canarias, obra de Antonio Francisco de Orta, vinculado al Bien de Interés Cultural con categoría de monumento. Sin duda, la culminación de trabajos como este, ejemplifican el necesario principio de colaboración que ha de coexistir entre ambas instituciones”.
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